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miércoles, 15 enero, 2025

Cruz Roja: La fuerza del voluntariado

Julio Peinado y José Luis Huertamendia son dos caras de una misma moneda, uno encarna la veteranía y la experiencia tras alrededor de tres décadas como voluntario en Cruz Roja; mientras que el otro rezuma juventud, ganas de aprender y formarse para ayudar a los demás. Ambos son dos claros ejemplos de la importancia del voluntariado en una sociedad donde es fundamental tender la mano a aquellos que lo necesiten para sacar adelante proyectos o situaciones que en solitario sería imposible.

No todo el mundo tiene la vocación de ayudar a aquellos que lo necesitan, dejar a un lado sus intereses particulares y sacrificar sus fines de semana o sus momentos de ocio sin otro motivo que sentirse realizado al hacer algo por los demás. El voluntariado es el motor que guía organizaciones como Cruz Roja, que en Monzón cuenta con una extensa trayectoria. En 1898 nos cuentan que tuvo lugar la primera asamblea con el fin de atender a los soldados repatriados de las guerras coloniales que pasaban en tren en penosas situaciones. Por lo que el próximo año se celebrará el 125 aniversario de un hecho tan significativo.

Centrándonos en el presente y futuro de la organización, jóvenes y veteranos se dan la mano para cubrir todas las necesidades de una organización que durante estos dos años de pandemia ha modificado su hoja de ruta: las actividades multitudinarias han dejado paso a otras labores más relacionadas con el maldito virus. “Siempre que hay una competición deportiva, un acto popular que va a reunir a mucho público, unos festejos, andadas… ahí estamos nosotros por si surgiera cualquier tipo de problema”, explica José Luis Huertamendia, que a sus 20 años –ya acumula cinco como voluntario-, puede presumir de ser el más joven dentro de Cruz Roja Monzón. Nos explica que normalmente organizan equipos de tres o cuatro personas, donde es imprescindible la presencia de un sanitario y un conductor, precisamente aquí entra en juego la figura de Julio Peinado.

«Llevo alrededor de treinta años en Cruz Roja. Mi amigo César Cabañas me comentó en su momento que no tenían conductores para llevar las ambulancias –fue cuando se acabó la mili obligatoria y desapareció la figura de los objetores de conciencia- «. Detrás del volante ha cumplido cientos y cientos de horas realizando traslados y servicios varios, pero también otro tipo de funciones como seguimiento de mayores, compras y reparto de comida y medicamentos a domicilio… “Ahí hemos estado para todo lo que hiciera falta y más si cabe en tiempos de pandemia trabajando con fuerza en primera línea”, señala Peinado.

Tan importantes son aquellos que permanecen con el paso del tiempo, como los que llegan nuevos con energías renovadas. Desde Cruz Roja destacan que es habitual que a los 16 y 17 años algunos jóvenes se animen a entrar a formar parte del voluntariado, pero que cuando salen a estudiar fuera desaparecen y es complicado recuperarlos, aunque por suerte hay honrosas excepciones. “A la gente de mi edad le cuesta involucrarse en proyectos así, y más todavía si eso supone sacrificar los fines de semana que es cuando se desarrollan la mayoría de los eventos sociales o deportivos”, recalca Huertamendia, que se siente muy satisfecho de su labor. “Hay personas que son muy agradecidas y que reconocen lo que hacemos, sobre todo los ancianos. Además, me está sirviendo para formarme, aprender protocolos de actuación y vivir experiencias muy enriquecedoras”.

Para comenzar a realizar los primeros servicios solo son necesarios dos requisitos, haber cumplido los 16 años y realizar un curso específico de formación. “Ofrecemos un curso de primeros auxilios para iniciarse en el voluntariado, pero les obligamos a comprometerse a realizar al menos 100 horas de servicios para amortizar la formación. Con la irrupción del Covid hubo bastantes interesados en realizar labores de voluntariado, pero a medida que la vida ha ido volviendo a la normalidad, la mayoría de ellos han ido desapareciendo”, explican desde Cruz Roja.

UNA LABOR SOCIAL
La asociación local de Cruz Roja en Monzón cuenta actualmente con alrededor de una veintena de voluntarios activos, además de otros muchos que van entrando y saliendo según sus circunstancias personales. Según nos indican, las subvenciones a nivel nacional y regional que les llegan son cada vez menores y es costoso cuadrar los presupuestos con estas cuantías y las cuotas de los socios. “La agrupación cobra unas cantidades por realizar los servicios, cifras irrisorias contando las horas que invertimos, el coste del gasoil, los seguros del vehículo, etc.”, resaltan. Además, cuando llegan las fiestas de San Mateo o de otras poblaciones de la comarca, también acuden cuando son requeridas a prestar servicio. “Para fiestas vemos de todo… Instalamos una caseta en el paseo San Juan Bosco y desde allí realizamos nuestras intervenciones. La policía local nos llama para realizar cualquier actuación, siempre que no sea muy grave, y así evitamos molestar al 112”, señalan.

LLAMAMIENTO AL VOLUNTARIADO
La presencia de Cruz Roja en los actos deportivos es fundamental para que estos se desarrollen; por ejemplo, es obligatorio que durante una competición deportiva haya en todo momento una ambulancia cubriendo el evento y en ocasiones incluso pueden ser necesarias dos o más. “En Monzón disponemos de un vehículo medicalizado, pero cuando hay necesidad de otro pedimos ayuda a la organización provincial para que vengan, lo mismo ocurre con el voluntariado. Para las fiestas se habilita la residencia de deportistas para que se puedan quedar a dormir compañeros llegados desde otras poblaciones para echarnos una mano”, explican.

Desde estas líneas, hacen un llamamiento y animan a la gente a que colabore con ellos como voluntarios. Recalcan que personas recién jubiladas que tengan ganas de sumarse al proyecto serían un perfil idóneo y más todavía si cuentan con carné de conducir. “Personal siempre hace falta. En estos momentos tenemos dificultades para encontrar gente que realice las tareas entre semana. La mayoría tenemos un trabajo y en nuestro tiempo libre hacemos los servicios, sobre todo los fines de semana”. Julio recuerda que en más de una ocasión le ha tocado levantarme a las 4 de la mañana, vestirse corriendo y salir a toda velocidad en busca de la ambulancia para ir a atender una urgencia… “Aunque no sea una labor remunerada, aquí nos lo tomamos todos muy en serio. En muchas ocasiones puede estar en juego la vida de las personas”, concluyen nuestros protagonistas, quienes demuestran con su trabajo la fuerza del voluntariado

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