Diversión, compañerismo, aprendizaje, trabajo en equipo, entretenimiento, manualidades, imaginación, bailes, amigos… todo esto y mucho más significa La Movida del Cinca Medio. Una iniciativa que comenzó en Monzón hace 27 años y que ahora llega a todos los rincones de la comarca. Este verano volverán a ser varios centenares de niños los que disfruten de un proyecto impulsado por el Servicio Social de Base de la Comarca.
Bajo el lema “Construyendo nuestro pueblo” ha arrancado una nueva edición de La Movida del Cinca Medio. El pasado 22 de junio se abrieron las puertas de la nave de la Azucarera de Monzón y las risas y el bullicio inundaron cada rincón del recinto. También el resto de poblaciones que forman parte de la comarca podrán disfrutar de este proyecto. Albalate de Cinca, Alcolea de Cinca y Pueyo de Santa Cruz son las primeras poblaciones donde La Movida ha acudido para desarrollar sus periplos quincenales. Después será el turno de Pomar de Cinca, Fonz, Cofita y Alfantega. A finales de julio llegará a Santalecina, Valcarca, Selgua y Estiche, mientras que el colofón estival recaerá en Almunia de San Juan, Binaced y Conchel. “Al principio comenzamos solo en Monzón, pero tras diez años, decidimos extenderlo también a los pueblos. Es importante llegar a los núcleos de población más pequeños, dónde en muchos casos no tienen otra alternativa de ocio para el verano. A partir de ocho chavales ya hacemos grupos. Salvo excepciones concretas en las que en alguna población no hemos llegado al número mínimo de niños, lo habitual es que acudamos a todos los pueblos”, explica Pablo Castel, educador social del Servicio Social de Base de la Comarca del Cinca Medio y uno de los impulsores de La Movida a principio de la década de los noventa.
Antes de que este proyecto viera la luz tal y como lo conocemos ahora, existieron otras alternativas que en algunos casos fueron el germen de la Movida y en otros convivieron junto a ella. Un ejemplo son los campamentos de niños y niñas de toda la comarca que se realizaron durante ocho años a través del servicio comarcal de Deportes (antes que La Movida llegara a los pueblos): “comenzamos fuertes y ya el primer año realizamos un mes de actividades. Los inicios estuvieron marcados por el carácter voluntario de los monitores. Por aquel entonces no cobraba nadie, y eran chicos muy jóvenes con inquietudes de aprender y ayudar los que se apuntaban a echar una mano. Gracias a ello se pudo sacar adelante”, subraya Castel. La Movida también intentó cubrir otros periodos vacacionales como Semana Santa o Semana Blanca, pero por diferentes motivos, solo la cita veraniega ha perdurado en el tiempo.
Un equipo de trece monitores trabaja cada año en La Movida, siete lo hacen de forma fija en Monzón y los seis restantes recorren el resto de poblaciones. El trabajo que desempeñan unos y otros es muy diferente; en los pueblos los horarios y actividades son más reducidas, mientras que en Monzón al ser una actividad más prolongada en el tiempo, las actividades que realizan son más variadas. “En el año 2000, a raíz de unas subvenciones del INAEM a las que pudimos optar, se tomó la decisión de contratar monitores y dejar de utilizar voluntarios. Años después y con la crisis esas ayudas desaparecieron, pero a pesar de ello la Comarca del Cinca Medio siguió apostando por este programa y se ha logrado mantener”. Los monitores se van renovando de forma habitual, circunstancia que facilita la renovación de ideas y evolución de iniciativas siempre dentro de unos parámetros controlados. El niño tiene que terminar la jornada contento, sano y salvo. Además, tienen retenidas el uso de nuevas tecnologías: “el día que se vaya la luz seguiremos jugando”, remarca Pablo Castel.
Yincanas, bailes, talleres manuales, música, juegos de mesa, juegos cooperativos, actividades para desarrollar la imaginación… son algunas de las tareas que llevan a cabo los chavales durante su paso por La Movida. Los tiempos han cambiado y algunas iniciativas han dejado de realizarse, dejando paso a otras que les motivan más: “antes una de las actividades favoritas era la que llamábamos “la guarringui”, y como su nombre indica consistía en que los chicos se mancharan de la cabeza a los pies, con tomate, arcilla… Llegó un momento que aquello de mancharse no les apetecía; teníamos más gente mirando que participando, por lo que tuvimos que eliminarla. En cambio, el agua les sigue encantando por mucho tiempo que pase”. Desde la organización nos indican que al principio los niños llegan algo agresivos, pero que poco a poco se adaptan y cogen la filosofía que les inculcan los monitores, que son sus adultos de referencia. Como curiosidad, añaden que “ahora estamos recibiendo a los primeros hijos de aquellos que acudieron a los orígenes de La Movida hace más de veinte años”.
Los tres grandes objetivos que pretenden cumplir son los de fomentar valores como la solidaridad, la participación, el respeto, la convivencia o la igualdad; por otro lado buscan facilitar a las familias con bajos ingresos una alternativa a la que no podrían acceder a precios de mercado; y por último, la conciliación de la vida familiar y laboral en una época en la que los chicos no tienen colegio: “ponemos precios muy asequibles. Si dividimos el precio al que sale la hora es prácticamente irrisorio. Intentamos acudir a los pueblos buscando coincidir con la semana de antes o la de después de las fiestas mayores de cada localidad. De esta forma logramos que la gente que acude a veranear al pueblo de sus abuelos pueda también participar”. Otra medida que han tomado es la de bonificar a aquellas familias que apuntan a más de dos hijos. Por ejemplo, dos semanas en La Movida de Monzón para el primer y segundo hijo cuesta 16 euros, pero a partir del tercero, el coste sería solo de 8 euros. Los precios para los pueblos son ligeramente inferiores: una semana cuesta 7 euros y un día suelto supondría pagar 3 euros.
El pasado verano fueron 755 niños los que participaron en este proyecto mediocinqueño, de los cuales 435 lo hicieron en Monzón y los restantes en los pueblos. Unas cifras que hablan de la buena salud de La Movida, que en los últimos años está teniendo un repunte en sus números: “llevamos varios años aumentando el número de participantes. Para nosotros, más allá de las cifras, lo importante es que los chicos disfruten, puedan aprender… Ver a muchos de ellos que repiten año tras año, e incluso algunos que un mismo verano acuden a tres pueblos diferentes, nos hace estar muy orgullosos”, concluye Castel.
Las vacaciones escolares y La Movida vuelven a coincidir… queriendo. Resta mucho y bueno. ¡Disfrútenlo!
Foto: niños de Albalate que han participado este verano en La Movida.