Andrés Gascón y Daniel Vera son dos jóvenes montisonenses que desde mediados de octubre imparten en el Espacio Joven un taller de iniciación al arte urbano, donde el Grafiti tiene un claro protagonismo. Durante siete sesiones desarrollaran diferentes clases tanto prácticas como teóricas con el objetivo de dar a conocer la expresión artística, la creatividad, los orígenes y la evolución de esta disciplina… Unas enseñanzas que se entrelazan con el ocio, y que vienen a cubrir unas necesidades de las que nuestros dos protagonistas carecieron en la adolescencia.
Hace una década aproximadamente irrumpió con fuerza una cultura que englobaba el rap, el hip hop, bailar break dance, pintar grafitis, patinar en skate… Todo ello aglutinó a una generación que se sentía identificada con estas alternativas de ocio y a los cuales podíamos ver reunidos en el entorno del auditorio. Andrés de 23 años y Daniel de 25, fueron de aquellos jóvenes que quedaron cautivados por un movimiento que les ha marcado hasta la actualidad, llevándoles a encauzar su vida profesional en torno al mundo del arte. Ambos cursaron en Huesca Bachillerato artístico, para después tomar diferentes caminos formativos. Andrés estudio magisterio en Zaragoza y Daniel, Bellas Artes en Teruel. Más adelante se iniciaron en el mundo laboral sin perder parte de la esencia que les atrajo cuando apenas eran unos chavales.
“No han pasado tantos años, pero lo cierto es que la evolución de estas disciplinas ha cambiado mucho. Ahora el rap y el trap tienen una gran visibilidad; las redes sociales ofrecen unas posibilidades de las que antes no disponíamos”, explica Andrés. Reconocen que en los inicios fueron autodidactas y aprendieron a usar los espráis utilizando la técnica de ensayo/error. “Buscábamos en Google dibujos que nos gustaran y los descargábamos. Guardaba en la memoria de mi ordenador una gran cantidad de grafitis en los que me fijaba para después hacer mis propias creaciones”, relata Daniel.
Ambos resaltan los buenos recuerdos de una época no tan lejana y por eso quieren trasmitir a aquellos interesados los diferentes aspectos relacionados con el arte urbano. “El objetivo es aportar a las nuevas generaciones herramientas que nosotros no tuvimos”, en definitiva, ejercer de hermanos mayores.
Uno de los aspectos que quieren resaltar es que esta disciplina no tiene por qué estar relacionada con pintadas clandestinas, sino que es una expresión gráfica en lugares públicos. “Qué nadie se lleve las manos a la cabeza. Ahora en Monzón existen diversos lugares donde desarrollar nuestra actividad –como por ejemplo en las pistas de El Molino- e incluso en algunos lugares se han llevado a cabo proyectos donde diversos diseños decoran y embellecen las calles. Estas se han convertido en los museos del Siglo XXI”. También quieren dejar claro que se desmarcan de los vándalos que ensucian con sus garabatos espacios públicos, y que en su mayoría le hacen un flaco favor a la comunidad.
Durante las diferentes sesiones que se van a llevar a cabo, Andrés y Daniel intentarán trasmitir sus conocimientos, comenzando por los aspectos más esenciales, buscando crear una vinculación entre ellos y el arte. En definitiva, lograr que pintar se convierta en una actividad satisfactoria para ellos. “Hay que enseñarles a encontrar su identidad artística. Darles unas nociones técnicas que puedan emplear y que así poco a poco vayan mejorando. Realizar grafitis no es complicado, pero requiere práctica y sobre todo es necesario ponerle ganas”. El objetivo es concluir el concurso realizando un mural grupal en el que todos participen.
Hace diez años aproximadamente eran un grupo relativamente grande el que se dedicaba al arte urbano, pero ahora aseguran que apenas quedan unos pocos que sigan pintando, y lo hacen en contadas ocasiones. “Cuando íbamos al Instituto teníamos un presupuesto muy ajustado para gastar y teníamos que ingeniárnoslas para conseguir material. Cada espray cuesta unos cuatro euros, y había que sacarle el máximo rendimiento; así que para hacer el relleno utilizábamos pintura plástica que es más barata”, rememoran. Unos trucos que pretenden trasmitir a una generación que “apuesta por unos colores y formas que llamen la atención. Antes se trabajaba más las líneas rectas y el 3D. Ahora se ha simplificado”, relatan. Para concluir, recalcan lo satisfactorio que es poder transmitir sus conocimientos a unos chavales en los que en parte se ven reflejados ellos en un tiempo no tan lejano. “La diferencia de edad es escasa y eso en muchos momentos nos permite derribar barreras con ellos”.