La selección española Sub-17 femenina de baloncesto logró este verano el subcampeonato en el mundial de dicha categoría disputado en Hungría. Como parte vital del grupo encontramos a una montisonense de adopción –vivió en la capital mediocinqueña de los 5 a los 18 años- Cristina Adillón, que se ha ganado un hueco en la élite del mundo del deporte gracias a su magnífica labor como fisioterapeuta. A pesar de su juventud, durante los últimos años ha recibido en varias ocasiones la llamada de la selección española para formar parte de diversas concentraciones de equipos de categorías inferiores.
El pasado mes de julio Cristina disfrutó de una experiencia única, vivir desde dentro la proeza lograda por la selección española Sub-17 en el campeonato de mundo de baloncesto. Desde su puesto de fisioterapeuta aportó su granito de arena al logró conseguido por este talentoso grupo de jugadoras. “Llegar a una final es algo increíble; el momento más emotivo fue cuando eliminamos a Francia en semifinales, fue una explosión de emociones. La final contra Estados Unidos fue un momento para disfrutar, competimos bien, pero ganarles era prácticamente un imposible”, rememora. Entre sus tareas está tratar a las integrantes del equipo y que de esta forma lleguen a los partidos en las mejores condiciones posibles, pero también es cierto que en ocasiones la sala de fisioterapia se convierte en una especie de confesionario. “La experiencia te permite resolver las situaciones de la mejor forma posible, tanto en el apartado físico como en el anímico, a veces te toca hacer ese papel de escuchar y aconsejar a las jugadoras”.
Esta no es la primera vez que nuestra protagonista recibe la llamada de España para completar el cuadro médico, ya que con anterioridad ha trabajado con otras selecciones formativas. “Formar parte de la selección española es un premio, pero también una gran responsabilidad. En mi caso no tengo garantizada la continuidad, pero me gustaría que contaran conmigo y seguir viviendo diversas experiencias donde pones al servicio del equipo tus mejores capacidades”.
TRAYECTORIA
El idilio de Cristina con el baloncesto se produjo en la capital mediocinqueña, allí fue donde botó su primer balón y comenzó a practicar este deporte. “Por motivos laborales mis padres se trasladaron a Monzón y allí crecí toda mi infancia y adolescencia. Guardo un gran recuerdo de esa época y conservo muchos amigos. Aunque por motivos laborales los voy a visitar menos de lo que me gustaría; por suerte las tecnologías nos permiten mantener el contacto”, asegura. Actualmente, es la fisioterapeuta de las selecciones catalanas infantiles masculina y femenina, se encarga del día a día del Club Bàsquet Morell y cuando es requerida acude con la selección española. A todo esto, hay que sumarle que es profesora en la Universidad Rovira i Virgili. “Es un trabajo que me permite tener los fines de semana libres para dedicarlos al baloncesto y también poder acudir en verano a concentraciones como la de este mundial Sub-17, donde hemos permanecido 40 días seguidos, entre la preparación del torneo y la competición”, señala.
De sus años por Monzón recuerda sus inicios en el deporte, una época en la que practicó desde el ya mencionado baloncesto, pasando por el tenis o la natación; además también desarrolló otra de sus pasiones: la música. “Durante diez años fui alumna del conservatorio y formé parte de Ensemble XXI junto a una gente maravillosa”, suspira. Con la mayoría de edad sus pasos se encaminaron hacía Tarragona, en cuya provincia se ha asentado durante la última década, a excepción de un periodo que trabajó en Barcelona en el hospital Sant Joan de Deu en pediatría. “No me puedo quejar de cómo me van las cosas. Los retos y las recompensas han ido llegando con el paso del tiempo. Por el momento mi objetivo es seguir ligada al baloncesto y a la universidad, más adelante ya veremos que nos depara el futuro”, concluye.