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martes, 30 abril, 2024

Recuerdos del futuro por Luz Gabás

Hace unas semanas escribí un artículo para el especial de las Fiestas de San Lorenzo de Huesca en el que explicaba por qué mi ánimo no está para fiestas. Leyendo los artículos de otros autores, llegué a la conclusión de que la ausencia de fiestas está motivando el recuerdo de otras pasadas y avivando el deseo de las que están por venir. En todos los cambios inesperados y crueles, como los provocados por esta pandemia, se produce en el interior del ser humano una batalla campal entre la negativa a desprenderse del pasado y la necesidad de adaptarse al futuro. Nos negamos a que nuestra forma de vida conocida deje de ser realidad para convertirse en remembranza y nos resistimos a aceptar que otra realidad comience a fabricar ya los que serán los recuerdos del futuro. Recordaremos durante años que en 2020 no hubo fiestas de San Mateo, que no desfilaron las carrozas, que no sonó la música de las orquestas, que no se escuchó el heavy en la plaza del Ayuntamiento, que no hubo escoba golpeando las risas y los miedos de los niños en el tren de la feria, que grupos de familiares y amigos no recorrieron las calles conversando sin prisa, que no comimos coco, garrapiñadas o algodón de azúcar, que no desayunamos churros al amanecer y que ningún fuego artificial alumbró la triste noche de la despedida. Algunos dirán que tampoco pasó nada por no celebrarlas, que la vida siguió. Sí, pero no. Al menos, no igual. Tantos noes del presente tratarán de marcarnos para el futuro.

La fiesta ha existido desde siempre para dar sentido al esfuerzo. Tras un año de trabajo, celebramos la recogida de la cosecha y nos permitimos holgazanear, cambiar rutinas, comer sin prisa y brindar de más. A las generaciones educadas para el esfuerzo, el progreso, la cortesía, el respeto a la ley y a las instituciones, la defensa de la propiedad privada, la honestidad y el equilibrio entre obligaciones y derechos, la fiesta es nuestra recompensa, el paréntesis necesario para acumular alegría para el futuro próximo. Ahora hay quienes pretenden que esos valores caigan en desuso, tachándolos incluso de equivocados y decadentes. Que la pandemia nos haya privado de la fiesta en las calles no me parece tan molesto y trascendental como que se agraven los desajustes entre lo vivido y la pretendida nueva normalidad ideológica, que rechazo. Mi deseo para las celebraciones en honor a San Mateo de los próximos años es que los recuerdos del futuro rebosen de síes: a pesar de la pandemia y de la inestabilidad política, sí fuimos capaces de sacar adelante el país; sí supimos cuidar de nuestros municipios; sí estuvimos atentos a las necesidades de nuestros vecinos; sí dirigimos nuestra energía hacia el esfuerzo más que hacia la protesta; sí contuvimos la amenaza del odio; sí nos hablamos con educación; y sí, defendimos nuestros valores, resultado de siglos de esfuerzos individuales, familiares y vecinales por vivir mejor y en paz. Con la sensación del trabajo bien hecho, tal vez la fiesta recobre entonces todo su sentido.

Luz Gabás

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