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lunes, 10 febrero, 2025

“El arbitraje ha sido mi forma de seguir vinculado al fútbol”

Antonio Monter finalizó hace unas pocas semanas su cuarta temporada consecutiva como árbitro en la Segunda División B del fútbol español. Una labor que compatibiliza con la de cuarto árbitro en la máxima categoría, desempeñando su función en estadios como el Santiago Bernabeu o el Camp Nou. Repasamos con él sus inicios como colegiado, su trayectoria, sus retos profesionales, o su particular visión del VAR.

La pasión por el fútbol es un denominador común en la familia Monter, por lo que no fue extraño que desde pequeño Antonio creciera pegado a un balón. Comenzó jugando con varios amigos a fútbol sala en Fonz para después dar el salto al fútbol base del Atlético Monzón. En categoría Cadete era titular indiscutible, su equipo ganó la liga y todo iba a las mil maravillas, hasta que una inoportuna lesión freno su proyección. “Me rompí la tibia y a partir de ese momento ya no volví a ser el mismo. Además fue justo el año que di el salto al juvenil, no fui capaz de coger ritmo y apenas jugué. Cuando terminó la temporada decidí colgar las botas con 16 años”, señala Monter. Fue un adiós al fútbol fugaz, ya que tan solo unos meses después regreso a los terrenos de juego, pero en este caso lo hizo como árbitro.

“Nunca me había planteado esa posibilidad, pero casi por casualidad surgió la oportunidad y decidí probar suerte”. Junto a otro colegiado montisonense, el veterano Antonio Zafra comenzó a prepararse físicamente a la vez que realizaba el curso de arbitraje. Empezó pitando partidos de niños (alevines e infantiles) y también como línea en 1ª Regional. El siguiente curso le dieron una mayor responsabilidad, pitar encuentros de 2ª Regional, donde no tenía ni siquiera el apoyo de los líneas. “Todavía no había cumplido los 18 años y mi padre me llevaba los domingos por toda la provincia para que yo pudiera arbitrar. Mi madre casi nunca nos acompañaba, una vez lo hizo y se puso muy nerviosa al ver lo que pasaba en el campo y sobre todo en la grada. Por desgracia los insultos en este contexto están aceptados por la sociedad”, lamenta.

Sus buenas condiciones para el arbitraje le permitieron ir ascendiendo, prácticamente una categoría por temporada, logrando a los veinte años dirigir partidos de categoría nacional (Tercera División). “Desde muy joven tuve que aprender a marcar el territorio y hacerme respetar; a pesar de ello me considero dialogante. Con el paso del tiempo aprendes a realizar una buena lectura del partido, saber aplicar mejor la ley de la ventaja o evitar que un partido se te vaya de las manos”. Mientras Antonio progresaba en el mundo del fútbol, no descuidó sus estudios y cursó ingeniería industrial en Zaragoza. Fueron años duros, de sacrificios, de no ver a sus amigos todo lo que le gustaría, perderse acontecimientos familiares importantes… “Somos deportistas y tenemos que cuidar nuestra alimentación, entrenar para estar bien físicamente, descansar bien el fin de semana para llegar en un estado óptimo al partido, etc.”.

Con tan solo 24 años dio un paso más, debutó en la categoría de bronce del fútbol español, fue un 2 de septiembre de 2012 y el Huracán de Valencia le ganó por 3-0 al Binissalem. El primero de los alrededor de ochenta partidos que ha dirigido en esta categoría repartidos en seis temporadas. Pero todo no podía ser una camino de rosas y tras dos años en Segunda B, llegó el momento más duro de su carrera arbitral: un descenso. “Tras una buena temporada de debut, la siguiente no me encontraba a gusto. Mi cabeza no funcionaba y no tuve buenas sensaciones. Cuando terminó la liga me comunicaron el descenso. Fueron momentos complicados, pensé en dejarlo, pero recibí un correo de Medina Cantalejo, que por aquel entonces era el jefe de los árbitros de Segunda B y sus palabras me dieron fuerzas para seguir”, rememora Monter, que un curso futbolístico después recuperó la categoría perdida.

Además de colegiado principal, también realiza las labores de cuarto árbitro en Primera División, normalmente una vez cada tres semanas. Esta circunstancia le permite codearse con la élite futbolística y visitar los mejores estadios del panorama nacional. Como anécdota recuerda cuando en el año 2017 uno de los líneas de Gil Manzano se lesionó y tuvo que sustituirlo, fue en el Camp Nou en un Barça – Celta. “Por lesión de un compañero entré en escena, fue solo media hora y el partido estaba decidido, pero aun así no pude disfrutarlo. Los errores contra los grandes se magnifican y debes estar muy concentrado para evitarlos. De aquel día recuerdo un control de Neymar muy cerca de mí que me dejó maravillado”.

Presente y futuro

A falta de unos meses para cumplir los 32 años, este montisonense está atravesando por su mejor momento. El pasado mes de mayo el Comité de Árbitros de la Real Federación Española de Fútbol le premió designándolo para dirigir por primera vez un partido de play off de ascenso a Segunda División A, concretamente el Cornellá – Ponferradina. “Durante el mes de julio conoceremos los ascensos y descensos de categoría. En mi caso, que me hayan dado este duelo tan importante quiere decir que he acabado entre los mejores valorados, pero dar el salto es muy difícil, solo suben 4 de 120”. Antonio todavía es joven y no pierde la esperanza de conseguirlo y poder disfrutar del fútbol profesional en primera persona. Durante las últimas campañas ha compatibilizado el pito y las tarjetas con su trabajo en Hidro Nitro. “Tengo que hacer de todo para que las guardias del trabajo no me coincidan con un partido. Quiero resaltar que hasta hace muy poco, incluso los árbitros de 1ª y 2ª División tenían otro trabajo. Con la llegada de Velasco Carballo a la presidencia del Comité se está profesionalizando la actividad”.

VAR

La profesión sufrió recientemente un gran cambio con la inclusión de la tecnología, nos referimos al vídeo arbitraje, más conocido como VAR. Antonio la define como una red de seguridad, una manera de evitar errores graves. “Hay acciones que no pueden quedar impunes y de esta manera el fútbol se ha vuelto más justo. Todavía hay cosas por mejorar, pero estoy seguro que dentro de unos años se verá como algo normal. De momento el chip de algunos no ha cambiado y se empeñan en seguir echando la culpa a los árbitros”, sonríe resignado.

Para concluir, nuestro protagonista resalta la importancia del respeto en un terreno de juego, tanto entre futbolistas como con el equipo arbitral. “En categorías superiores está más normalizada la situación, pero en algunos campos de regional o incluso en fútbol base, donde algunos padres son un peligro, genera situaciones desagradables que nada tienen que ver con el deporte”, concluye.

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