Estamos pasando una grave sequía hidrológica en España, que provoca en el valle del Ebro una de las situaciones más complejas que se han vivido desde el desarrollo de los embalses y canales de los que los abastecemos. Cuando el agua escasea, el regadío es el primer sector que entra en restricciones. En el Cinca Medio el riego se organiza en muchas comunidades de regantes, en las que los propios agricultores reparten el agua y los costes. Este modelo de organización que se usa los cuatro millones de hectáreas de regadío de España es un ejemplo a nivel mundial porque tiene una gobernanza representativa y electa, es público porque las comunidades se integran en las Confederaciones Hidrográficas y es privado porque los regantes toman la iniciativa cumpliendo los estatutos de la comunidad y la voluntad de la Asamblea.
Estas comunidades se llaman en general “de usuarios”, aunque la Ley permite el nombre de “comunidades de regantes” cuando prevalece el uso de agua para la agricultura. Aunque se llamen comunidades de regantes, todas las comunidades abastecen además a pueblos, casas diseminadas, industrias y granjas. Además, las comunidades consumen y generan energía y devuelven el agua que se aplica de más a los ríos y a las clamores (los barrancos). Esta agua que se devuelve ha atravesado el suelo de los campos y por ello tiene contenidos de fertilizantes y otras sustancias que pueden contaminar los ríos y los acuíferos. En este momento, la contaminación más importante en Europa es la que producen los nitratos, que está asociada a los purines de las granjas, la agricultura y las aguas depuradas de nuestras casas.
En nuestra comarca la huerta se riega con comunidades que usan acequias tradicionales en derivación del río cinca. Algunas de estas acequias tienen más de diez kilómetros de largo y más de doscientos metros de desnivel. Además de la huerta, en el Cinca Medio se riega el monte. Al este del Cinca se riega desde principios del siglo XX con el Canal de Aragón y Cataluña y al oeste del Cinca se riega desde los años sesenta con el sistema de Riegos del Alto Aragón. El paisaje de la comarca es un paisaje de regadío, que se ha ido transformando a lo largo del siglo XX. El siglo XXI comenzó con una ola de modernización del regadío que ya ha durado veinte años. Casi todo el regadío del monte del Cinca Medio está en este momento modernizado o pendiente de comenzar a ejecutar un proyecto de modernización.
Lo que queda por modernizar en la comarca son los regadíos tradicionales, que son en general una asignatura pendiente del riego en España. La modernización de estos regadíos es compleja. Se trata de zonas en las que la agricultura, el ocio, el medio natural y el río conviven en una franja estrecha de terreno. Los proyectos de modernización de la huerta tienen en general costes más altos que los de los regadíos del monte, y es más complicado que los regantes se pongan de acuerdo en modernizar. Estas comunidades acumulan en estos momentos muchos problemas, para los que es preciso encontrar pronto una solución que las haga sostenibles.
La modernización de los regadíos consiste casi siempre en cambiar las acequias por tuberías, aprovechar al máximo la presión natural, a veces bombear el agua, construir una balsa para almacenar agua dentro de la comunidad y distribuir agua a presión instalando un contador en cada finca. Tras la modernización de la red de distribución de la comunidad, los regantes cambian su sistema de riego a manta por uno de aspersión o goteo. En general, estos cambios traen una gran mejoría de la eficiencia de riego (el grado de aprovechamiento del agua, que a menudo pasa de un 50-60% a un 80-90%), una mayor producción de los cultivos (que puede ser de un 20 a un 40% ya que el riego se hace muy frecuentemente, en general cuando el regante quiere) y una importante reducción de la contaminación del agua que retorna a los ríos y clamores, sobre todo de la contaminación por nitratos, que puede bajar a la tercera parte de lo que era antes de modernizar. Respecto de la contaminación, el uso intensivo de los fertilizantes agrícolas y la instalación de nuevas granjas están complicando la situación: cerca de la mitad de la comarca ha sido ya declarada como vulnerable a la contaminación por nitratos, lo que va a condicionar las actividades de la agricultura y sobre todo de la ganadería en esas zonas.
Los regadíos modernizados tienen muchas ventajas para afrontar los periodos de sequías. Al ser más eficientes, pueden sacar adelante los cultivos con menos agua. El agua de los embalses se usa mejor, con lo que los mismos embalses de antes dan más juego a los regantes. Pero es que además se ha aumentado el almacenamiento de agua en la misma comunidad, lo que da mucha flexibilidad. Todo esto lleva a un mejor uso, y usar el agua de la mejor manera posible es muy importante para que la sociedad siga confiando el agua a los regantes para producir los alimentos que todos necesitamos a diario.
Es cierto que la modernización de los regadíos puede llevar a que algunos años se aumente la intensidad de los cultivos… se hagan más dobles cosechas (como cebada y maíz el mismo año en el mismo campo), lo que necesita más agua. Sin embargo, es muy importante subrayar que esto solo se puede hacer en los años en los que hay agua. En este año de sequía, los regantes llevan organizándose desde enero para salir adelante con mucha menos agua… el año 2022 ya fue un año de escasez, pero todo parece indicar que el 2023 habrá menos de la mitad de agua para riego que el año pasado. Esta reducción, que dicta la Confederación (otro órgano con fuerte participación de los usuarios), afectará en 2023 de forma muy importante a la renta agraria.
La sequía actual ya se ha visto antes en el Cinca Medio, pero todo parece indicar que las sequías van a ser más frecuentes en los próximos años. Es fundamental que los regantes sigan adaptándose a esta nueva situación. Para ello es preciso plantearse cultivos adaptados a una disponibilidad de agua más baja. Si el cambio climático trae más temperatura y menos agua de riego, también traerá oportunidades de cultivos que ahora se hacen en zonas más cálidas y que producen más renta. Sobre todo, interesan cultivos que produzcan más renta por metro cúbico de agua usada. Respecto de la sostenibilidad de la agricultura de regadío, es muy importante hacer una agricultura más limpia, que use solo los fertilizantes estrictamente necesarios en el momento necesario y que sea muy cuidadosa con los purines de las granjas. Estas medidas son fundamentales para que el regadío siga formando parte de nuestro paisaje y alimentándonos cada día.
Por otro lado, las comunidades de regantes del Cinca Medio tienen otros dos frentes muy importantes: mejorar el control del agua y reducir los costes de operación. Respecto del control del agua, no basta con tener contadores. Es urgente incorporar la electrónica en las redes de distribución para poder leer los contadores de manera remota y frecuente. Esto ya se hace en algunas zonas de la comarca (y en más de un millón de hectáreas en España), pero esta tecnología debe generalizarse al menos en las zonas modernizadas. Solo así se podrá controlar la evolución del consumo durante la temporada y asignar a cada regante solo el agua a la que tenga derecho. Las comunidades necesitan también saber con antelación qué cultivos van a hacer los regantes para poder planificar el reparto del agua. La electrónica y los satélites ya están ayudando en esta tarea, que será preciso intensificar. Respecto de los costes, las comunidades tradicionales y del este del Cinca son en general pequeñas, por lo que sería muy beneficioso que varias comunidades compartieran recursos como oficinas, personal o equipos. Esto permitiría un mejor servicio, más especializado, más ágil y con costes más moderados.
El regadío del Cinca Medio se ha vuelto a reinventar en el siglo XXI, invirtiendo decenas de millones públicos y privados para modernizarse. Sin embargo, los retos del regadío son cada vez mayores. Hoy la sequía es el más importante, pero en este siglo la producción limpia es sin duda el reto estratégico. Las políticas públicas ya están marcando objetivos a los agricultores en estos ámbitos, por ejemplo, con las ayudas de la PAC (la política agraria común). Hoy la agricultura de regadío es un trabajo muy especializado, y nuestros agricultores sabrán responder a estos retos complejos para seguir ofreciéndonos una alimentación de calidad y con la mayor seguridad. Retos como la protección de la vida en los ríos durante las sequías o la producción limpia no se aplican a todas las zonas de regadío del mundo… por eso no es raro que los costes de producción agraria en Europa sean más altos que en otras zonas del mundo. Como consumidores tenemos que ser conscientes de que al comprar alimentos producidos cerca de nuestra casa estamos comprando mucho más que comida.