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martes, 22 abril, 2025

Tesoros de tinta y papel

El bibliófilo Joaquín Zueras, natural de Pomar de Cinca, cuenta con una colección de alrededor de 20.000 libros. Entre ellos podemos encontrar varios centenares del siglo XVI, XVII y XVIII, primeras ediciones de clásicos de la literatura española o ejemplares de extrema rareza impresos en las más diversas lenguas. El archivo sigue creciendo con las nuevas adquisiciones que día a día incorpora a una estancia repleta de historia y conocimiento.

Estanterías de tres metros de altura repletas de libros por doquier, un deshumidificador que controla la humedad de la sala y un mobiliario acorde a un lugar tan especial: una sala alrededor de 14.000 ejemplares ordenados en diferentes colecciones, viajes, economía, filosofía, historia, Aragón, Guerra Civil, pedagogía y escuela… Un local situado en Monzón de unos 110 metros cuadrados del cual Joaquín ha hecho su santuario. “Lo compramos en 2015 y lo hemos ido adaptando para convertirlo en una biblioteca. El año pasado junto a la empresa de mudanzas Félix de la Mata trasladamos en varios viajes gran parte de mi colección desde Barcelona hasta Monzón”, explica Joaquín Zueras. El resto de ejemplares se encuentran repartidos entre su piso ubicado en la capital mediocinqueña, su casa de Pomar y su residencia en la ciudad condal, donde apenas conserva unos cientos. 

Este fervoroso amante de los libros advierte que actualmente la disposición de los tomos en las estanterías no está bien ordenada debido al traslado, pero en su cabeza sabe perfectamente todo lo que tiene. “No me los he leído todos, eso sería imposible. Pero cuando me acerco a ellos tengo un discurso sobre cada uno. Me gustaría catalogar la biblioteca, pero para eso necesito encontrar un profesional que con mi colaboración lo pueda llevar a cabo”.

Infancia y juventud

Joaquín nació en Pomar y allí creció hasta los trece años, cuando su familia decide que continúe sus estudios en los Escolapios de Barbastro, donde se incorpora en septiembre de 1955. “En casa toman esta decisión y eso me ha llevado a tener libros en lugar de ovejas”, afirma sonriente. Su siguiente destino fue Barcelona donde cursó el preuniversitario y la licenciatura de Ciencias Económicas. En su época universitaria es donde comienza su idilio con los libros de la mano de un compañero de una pensión de estudiantes. “Descubrimos un mercado espectacular de libros de segunda mano en Santa Catalina, en la parte baja de las Ramblas de Barcelona. En los sesenta no teníamos mucho dinero, pero por un duro podías comprar ejemplares muy interesantes y por 25 pesetas adquirí buenos libros del siglo XIX”, recuerda.

Fascinado por los libros

La colección comenzó a crecer de forma exponencial a partir de la década de los setenta. Su trayectoria profesional le permitió ganarse bien la vida y poder invertir parte de sus emolumentos en su afición. Ocupó cargos de responsabilidad en diferentes empresas, siempre relacionados con la economía y la dirección. “Empecé a comprar casi masivamente. Por mi trabajo he viajado mucho y eso me ha permitido visitar las mejores librerías de Nueva York, Buenos Aires, Roma, Londres, París… En mi biblioteca se pueden encontrar desde libros comprados recientemente por dos euros en un mercadillo, a otros que me costaron en su día miles de euros. Esto último ahora ya no lo hago, una persona jubilada no debe hacer esos disparates”, asiente.

Durante décadas recibía en casa decenas de catálogos enviados desde diferentes puntos de planeta. Los libreros sabían que era un buen cliente y cuando caía en sus manos un ejemplar que pudiera interesarle, le llamaban para ofrecérselo. En ocasiones acudía a subastas. “Tengo una notable colección de obras singulares. Para ello es necesario realizar una labor de búsqueda, seguirles la pista y cuando los localizas, adquirirlos. Con Internet esta tarea se ha facilitado, pero también es cierto que es necesario saber diferenciar quello que merece la pena”.

En las estanterías de su pequeño reducto podemos encontrar tomos de las más diversas temáticas, desde primeras ediciones del siglo XVI hasta ejemplares que han sido publicados recientemente. Posee singulares ediciones de Don Quijote de la Mancha, alguna primera de Lope de Vega o Quevedo, una edición de las obras completas de Rousseau, una primera edición del Saputo de una rareza extrema, hasta las más relevantes publicaciones de la guerra civil o de pedagogía. “Hay muchas variables para determinar el precio, su estado de conservación, antigüedad, interés, el idioma…”. A pesar de que por sus manos han pasado algunos incunables (libros impresos durante el siglo XV), actualmente no conserva ninguno de ellos. “Tuve uno, me pareció incompleto y se lo vendí a un librero o lo cambié por otro libro, ahora no lo recuerdo. En otra ocasión en Buenos Aires me pidieron 50.000 pesetas por un incunables latino, pero finalmente me decanté por gastar ese dinero en otros libros que encontré durante mi viaje”.

Raíces

Joaquín se considera un barcelonés más, en la capital catalana se asentó y formó una familia, pero nunca ha olvidado sus raíces aragonesas. “Hemos conservado la casa en Pomar. Mis hijos y mis nietos han corrido por sus calles. Seguimos afincados en Barcelona, pero venimos algunos fines de semana y sobre todo para el verano. Ahora nos quedamos en Monzón en un piso adquirido hace unos años, tiene ascensor y para nosotros es mucho más cómodo que la casa de Pomar donde hay muchas escaleras”. Tras jubilarse, no ha desperdiciado el tiempo, regresó a la Universidad donde obtuvo una licenciatura en filología alemana, después curso un máster y ha continuado estudiando ruso, latín y griego. También se maneja en otros idiomas como inglés, francés, italiano o portugués.

Conferencias

El pasado mes de octubre este bibliófilo mediocinqueño participó en el Ciclo FLA, previo a la Feria del Libro Aragonés, que cada año se celebra en Monzón. En este caso mostró a los asistentes una treintena de algunos de sus ejemplares más antiguos y primeras ediciones de obras sobre Monzón y Aragón de autores como Costa, Pano, Mor de Fuentes, Zurita… Un hombre que no se prodiga mucho en este tipo de actividades. Apenas ha realizado unas pocas en Barcelona, dos en Barbastro y otra en su Pomar natal. Aprovechando su extensa colección dedicada a la pedagogía y a la escuela, próximamente realizará otra intervención en Monzón.

Orgulloso

Joaquín reconoce el inestimable apoyo de su mujer durante todos estos años y asegura que va a seguir comprando libros hasta el día de su muerte. “Quizás un biznieto mío pueda ganarse la vida con esto. Mientras sigo disfrutando con mi pasión y me siento orgulloso de lo que hago. Ahora gastando poco dinero rescato libros de los que la gente se deshace. Me siento con la obligación de evitarlo”, relata. Un tesoro de tinta y papel con un alto valor histórico y emocional.

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