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miércoles, 15 enero, 2025

«Teresita», la Alegría de Las Clarisas

Teresa Zarroca Alberola, “Teresita”, nació en Conchel e ingresó en el convento de las clarisas de Monzón en el año 1984, con 20 años, dejando a medias sus estudios de Pedagogía en la Universidad Pontificia de Salamanca con unos resultados académicos brillantes. Teresita (como se la conoce entre los parroquianos y amigos), desde muy joven ya tenía una clara vocación religiosa vinculada al grupo de jóvenes de “Rasal”. La entrada en el convento, con su juventud y vitalidad, supuso una “revolución” en el mismo, siendo la Madre Superiora quien propuso, desde un primer momento, que se llamase María Alegría por su carácter jovial y una mirada que anuncia su natural condición -todas las clarisas cuando ingresan como novicias anteponen a su nuevo nombre el de “María” en honor y recuerdo a la Virgen.

En el año 1990, tras seis de preparación y formación, celebró los votos solemnes. Entre los años 1998 y 2014 fue la Madre Abadesa en Monzón. En 2008 fue nombrada presidenta de la Federación de Santiago de Compostela (que engloba la coordinación de 37 monasterios con unas 600 hermanas), funciones que del 2009 al 2015 tuvo que compaginar con la coordinación de todas las clarisas de España y Portugal (más de 2.000 hermanas).

La vida monacal de las clarisas se caracteriza por la estancia permanente en el convento con la oración como principal actividad; exceptuando las visitas médicas y actividades civiles imprescindibles (renovación de documentos, votaciones…). Pero el caso de “Teresita” es excepcional. Por sus labores de coordinación está continuamente viajando; habitualmente lo hace a los monasterios de la congregación para atender las necesidades de las monjas, y puntualmente para reunirse con responsables eclesiásticos en representación de la Orden.

Así, la actual vida de la Madre María Alegría es un “torbellino”. Aún apoyándose en las nuevas tecnologías (mails y whassaps principalmente) hay meses que conduciendo su Renault Kangoo ha superado los 5.000 km, además de viajes en avión y en AVE. Su apretada agenda sorprende por las habituales reuniones en Madrid, entre ellas en la Conferencia Episcopal, viajes por gran parte de España e incluso alguno hasta el Vaticano, donde pudo conversar, recientemente, con el Papa Francisco. En ocasiones su destino es Mozambique o Angola, donde volverá este próximo verano, para atender la Fundación que dirigen las clarisas.

LA HISTORIA DE LAS CLARISAS EN MONZÓN

Aunque el nombre del monasterio, oficialmente, es el de la Inmaculada (patrona de la Orden Franciscana), todos lo conocemos por el de “las clarisas de Monzón”. La vinculación con nuestra ciudad se inició el 2 de octubre de 1618 con la llegada de cuatro monjas clarisas de clausura procedentes de Lérida, y atendiendo una petición del Ayuntamiento. Se instalaron en la plaza Santo Domingo, más tarde en el Monasterio de San Esteban (en la Plaza Aragón) y desde 1961 en el actual edificio junto al colegio de los Salesianos. Así, el próximo año se celebrarán los 400 años de la congregación en Monzón. Las clarisas ya han iniciado algunos preparativos para celebrar el cuarto centenario junto a la comunidad montisonense, en agradecimiento al apoyo e implicación que durante todos estos años han sentido de la sociedad local. En especial, en diferentes momentos delicados que han vivido como lo fue, sobre todo, la Guerra Civil. Pero también sintieron la proximidad y el afecto de los vecinos en la construcción del convento actual o la revisión del PGOU; en este caso se les planteó incluso su traslado: “desvincularnos de Monzón hubiese sido el mayor error que podíamos haber cometido”, reconocen mientras nos relatan las numerosas muestras que reciben, en el día a día, de vecinos montisonenses que se acercan, no solo a donar alimentos sino a recibir el cariño y el abrigo de las clarisas ante cualquier crisis personal.

VIDA MONACAL

Su vida se basa en tres pilares fundamentales: oración, trabajo y comunidad. Siendo su misión en la Iglesia la oración, compaginada con el trabajo diario como cualquier otra persona. De hecho, se han especializado en la elaboración de dulces y formas para la comunión realizadas en un obrador situado en el mismo convento, que cumple con las preceptivas normas sanitarias, pasando sus correspondientes revisiones periódicas (igual que cualquier otro negocio). Las clarisas están dadas de alta en la Seguridad Social como trabajadoras autónomas.

Se levantan diariamente a las seis de la mañana y se acuestan sobre las once de la noche. La misa diaria, a la que pueden asistir los fieles que lo deseen, es a las siete y media de la mañana, excepto los domingos que se oficia a las nueve. Unas misas que no suelen dejar indiferente a quienes asisten por la calidad y coordinación de sus cánticos (un profesor de canto gregoriano se desplaza mensualmente de manera altruista, desde Madrid, para impartirles clases). También organizan diferentes actividades abiertas al público, con especial atención a la juventud; cabe destacar las “Noches Claras”, los últimos viernes de mes (excepto en abril y el verano), organizadas conjuntamente con la diócesis Barbastro-Monzón.

Entre las instalaciones del convento, además del obrador, destaca un huerto con más de medio centenar de olivos: “los plantamos hace unos años para que Sor María Pilar (para sus amigas de juventud seguirá siendo siempre “Angelita de Monesma”) que se dedicaba al cuidado del huerto tuviese menos espacio que atender, ya que es muy mayor. La verdad es que no lo hemos conseguido, ya que sigue cultivando por todos los rincones posibles. Ahora estamos recogiendo sus frutos para autoconsumo de aceite”, señala la Madre María Alegría.

Una de las tradiciones más conocidas de las clarisas es la entrega en el convento de la “Docena del fraile”. Se trata de proporcionar 13 huevos a las clarisas para que recen en fechas señaladas: días de celebraciones especiales como bodas o comuniones, fiestas mayores… para que no llueva. En alguna ocasión la petición que se les ha hecho ha sido justamente la contraria: “hace unos años hubo en España una sequía prolongada. Entonces nos visitó un agricultor y nos entregó la “docena del fraile” para que lloviese. El 11 de agosto celebrábamos la festividad de Santa Clara y sacamos por el patio del convento la imagen de la Virgen en procesión… cuatro días después (el 15 de agosto) llovió en abundancia”.

Pese a la crisis de vocaciones que sufre la Iglesia en la actualidad, la pervivencia del convento en nuestra ciudad está asegurada a corto plazo con trece religiosas, la más joven de 24 años y la mayor de 95: “tenemos representadas en nuestro convento todas las décadas. Hay monjas de veinte, treinta, cuarenta… hasta noventa. Solo nos falta la década de los sesenta. Entre todas, contamos con ocho menores de cuarenta años”, señala la Madre María Alegría. En cuanto a las procedencias, tres monjas son de Monzón, además de tener representadas ciudades y pueblos como Palencia, Sestao o Monesma y países como Angola o Kenia.

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