Este curso académico se está celebrando el 125 aniversario de la llegada de las Hermanas de Santa Ana a Monzón. Diversos actos están conmemorando tan señalada cifra, estos tendrán su punto final con una exposición en la sala Cerbuna donde se expondrán fotografías, material pedagógico y diversos objetos de los diferentes periodos. Una congregación cuyo máximo exponente en la ciudad es un colegio con más de cuatrocientos alumnos, y que todavía mantiene la esencia de aquella pequeña escuela que se puso en funcionamiento en la población montisonense el 9 de julio de 1892 en el caserón de los Revilla, en la calle Blas Sorribas.
Hablar de la Comunidad de Hermanas de la Caridad de Santa Ana es hacerlo de la historia pasada y presente de la ciudad. Una congregación cuyos fundadores fueron la Madre María Rafols y al Padre Juan Bonal. Tal y como recoge un texto de Castillón Cortada (sacerdote, historiador y escritor, nacido en Monzón en 1927) escrito con motivo del primer centenario de la fundación, las Hermanas llegaron a Monzón a través de una petición del consistorio que solicitó ayuda para la asistencia de los enfermos del Hospital (antiguo convento de San Francisco). “La Madre Rosa Alvira, superiora de la Casa Misericordia de Huesca gestionó el asunto con el Ayuntamiento, pues el hospital carecía de rentas y se echaba de ver la dificultad para el sostenimiento de las Hermanas. Teniendo en cuenta este obstáculo, vieron como solución más aceptable el que las Hermanas abrieran una escuelita a sus expensas así podrán ayudarse mutuamente”, refleja el escrito. Durante aquellos primeros meses, dos de ellas trabajaban en el Hospital y seis permanecían en su residencia para atender las clases.
Durante los inicios, la congregación vivió un peregrinaje por diferentes lugares donde ejercieron la docencia. El primer lugar fue en 1892 en el caserón de los Revilla, antiguas oficinas del canal y antiguo palacio del Obispo Olaso (1714-1735). En 1893 y dada la precariedad del edificio, la Comunidad se trasladó a casa Salas, lugar en el que abrieron un colegio para niñas. Dos años después el Colegio cambio de nuevo de ubicación, en esta ocasión su destino fue una casa donada por Dña. Manuela de Castro. Esta estableció unas bases que las Hermanas debían aceptar y cumplir, como por ejemplo impartir la educación elemental a no menos de cincuenta niñas cada curso. El edifico contaba con amplias salas, galerías, patios de recreo, capilla… Allí permanecieron hasta 1960, momento en el que se construyó el nuevo colegio de Santa Ana ubicado en la Avenida Ntra. Señora del Pilar, y donde se mantiene hasta nuestros días. Por otro lado, la congregación también gestionó un parvulario desde 1895 a 1950, donde ofrecieron enseñanza gratuita a alumnos de ambos sexos gracias a un reconocimiento oficial conseguida por el Ayuntamiento a través del que los padres de familia recibían una subvención para sufragar los costes.
La hermana Antonia Loriente, directora titular del colegio de Santa Ana explica la evolución académica del centro. “Hasta junio de 1969 se cursaban estudios de Magisterio de la Iglesia. Las alumnas se examinaban en Huesca y la Reválida del Estado la realizaban en Zaragoza. También se impartió el Bachillerato Elemental hasta 1974, año en el que el Centro se transformó en colegio de Preescolar y Educación General Básica. En los años posteriores comenzó el proceso de aprobación del Concierto Educativo, primero para la E.G.B. y posteriormente para Primaria y Educación Infantil. Cómo anécdota me gustaría resaltar los a Pili Fuster y Merche Castillo, ambas estudiaron aquí magisterio y cuando terminaron se quedaron a trabajar como profesoras en Santa Ana hasta su jubilación”. El centro estuvo destinado durante mucho tiempo únicamente a féminas, para después pasar a ser mixto; mientras en el parvulario acudían niños de ambos sexos. Como curiosidad cabe resaltar que no fue hasta 1982 cuando se contrató al primer profesor de género masculino, se trataba de Fernando Roig, docente que continúa actualmente impartiendo clases en el centro.
Con el paso del tiempo el número de Hermanas de la Caridad de Santa Ana se ha ido reduciendo, en estos momentos tan solo cuatro de ellas residen en Monzón. “Nos hemos ido jubilando y ahora ninguna de nosotros da clases en el colegio. Seguimos viniendo prácticamente todos los días y apoyamos en labores de gestión, actividades extraescolares y en todo lo que haga falta. Ahora todo el profesorado es seglar”, indica Loriente. Al margen de la labor docente y a las de enfermería, ejercidas primero en el hospital y hasta hace unos cinco años en la residencia de ancianos Riosol, también gestionaron durante aproximadamente dos décadas el Piso de Acogida Madre Rafols. Un espacio ubicado en los locales de las antiguos locales de las clases de párvulos con capacidad para acoger a seis niños de cuatro a quince años en régimen de internado.
Respeto, tradición y futuro son tres palabras que aúnan a la perfección el sentimiento de 125 años de dedicación. “Siempre hemos pretendido ser un foco de cultura y espiritualidad. Somos un colegio cristiano con una educación rica en valores, generosidad y hospitalidad. Por ello realizamos una cuidada selección del profesorado, buscando coherencia con lo que predicamos. Somos un colegio muy abierto, progresista en algunos aspectos, respetamos la manera de pensar de cada uno y respetamos la libertad de cátedra. Los profesores jóvenes se han integrado bien y han aportado mucha energía positiva y dinamismo”. El centro es bilingüe, utiliza el inglés como herramienta desde los tres años e incluso ofrece la posibilidad de incorporar un tercer idioma, el francés en quinto y sexto de Primaria.
El colegio lleva a cabo numerosas actividades extraescolares, entre ellas destacan Halloween y Las Fallas, fechas en las que alrededor de un centenar de alumnos se quedan a dormir en las instalaciones. Al menos un fin de semana al mes organizan iniciativas relacionadas con el ocio y el deporte para aquellos que quieran acudir de forma voluntaria. Durante el verano realizan un campamento en Panzano (Sierra de Guara) en el que los profesores del colegio y antiguos alumnos ejercen de monitores. “Al deporte le damos mucha importancia, varios atletas de referencia de Monzón son ex alumnos nuestros. Fuimos pioneros en Aragón al implantar “la carrera del Pollo” hace más de tres décadas. Cada edición intentamos traer una persona de referencia para dar la salida, este año fue Jorge Salas. Anteriormente hemos tenido a personajes como Javier Moracho, Eliseo Martín, José Antonio Adell, Ignacio Vigo o Cristina Espejo».
Un sinfín de propuestas que este año se han visto rodeados por un aura especial como es la celebración del 125 aniversario. El pasado 6 de noviembre una fiesta en el colegio y una eucaristía en Santa María oficiada por el obispo Don Ángel Pérez dieron inicio a los festejos. El colofón llegará con una exposición en la sala Cerbuna de la Casa de la Cultura con fotografías, material pedagógico y diversos objetos que reflejen la trayectoria del colegio durante todo este periodo de tiempo. “Animamos a los ex alumnos a compartir con nosotros todos aquellos recuerdos del colegio, ya sean fotografías, plumieres, labores, batas, uniformes…”.
En otro orden de cosas, el colegio también espera inaugurar en próximas fechas una sala de conferencias ubicada en el nuevo edificio Casa Torrero, gracias a un acuerdo alcanzado para realizar una permuta con la constructora. “Tenemos mucho material y nos gustaría inaugurar el nuevo salón exponiendo allí todo el material pedagógico recopilado. Todo dependerá de las fechas en la que nos lo entregan”, concluye. Un curso muy especial que pasará a engordar los anales de una Congregación donde se han formado a miles de montisonenses: historia viva de la ciudad y su comarca.