Los Reyes Magos lo tienen muy fácil con Guillermo Uguet. Un libro y una pelota de baloncesto pueden colmar sus anhelos en una noche mágica, al igual que lo han hecho a lo largo de toda su trayectoria vital. Como profesor y baloncestista –jugador, entrenador, directivo- ha tenido la oportunidad de conocer, enseñar y apreciar a cientos de jóvenes de Monzón y comarca. A la hora de rememorar ese camino recorrido, Uguet es una enciclopedia aportando fechas, situaciones, anécdotas y personas. Si a ello sumamos su verbo fácil, concreto e ilustrado, poco cuesta concluir que estamos ante un personaje de lúcida singularidad.
A finales de los años cincuenta, cuando Guillermo Uguet solo era un chaval, quedó instalada en Monzón la primera canasta de baloncesto. En aquel momento, nada le hacía suponer a nuestro protagonista cuanto iba a condicionar ese hecho su vida posterior: “Hasta 1962 no comenzó en Monzón el baloncesto organizado, pero años atrás ya se empezaba a jugar a este deporte. La primera canasta se colocó en el colegio de Salesianos; una tarea realizada por los alumnos de oficialía como trabajo de clase”, explica Uguet mostrando, levemente, su extensa memoria al detalle. Aquel niño que comenzaba a vivir el baloncesto con inusitada devoción, tuvo que dejar Monzón con tan solo 11 años para irse a estudiar a Barcelona. Una vez concluidos sus estudios universitarios regresó a su pueblo hasta la fecha. La época catalana en la vida de Uguet fue, a todos los niveles, una experiencia única y fundamental en su trayectoria posterior: “En Salesianos de Monzón no tenía la posibilidad de cursar bachiller, así que hice las maletas y me fui a Barcelona. Estudié en otro colegio salesiano de la misma inspectoría, concretamente en el barrio de Horta”. Allí se formó, jugó en el equipo del colegio y comenzó a entrenar a los más pequeños. En 1969 pasó a la universidad donde cursó Biología, para volver a su casa en 1974 con los estudios finalizados. “Durante aquellos años pude entablar amistad con jugadores de la talla de Chicho Sibilio o Solozabal. Los que jugábamos a baloncesto en Barcelona nos conocíamos todos entre nosotros. Con el Boscos Horta tuve la suerte de acudir a campeonatos de España y durante varias temporadas enfrentarme a las canteras de equipos como Barça, Espanyol, Badalona o Manresa”.
El regreso a Monzón contó con un paréntesis propio de la época. El servicio militar le esperaba a unos cuantos cientos de kilómetros de su casa; Melilla. Corría el año 1975, meses convulsos en España con la muerte de Franco o la Marcha Verde. “Estuve en el norte de África durante un año y medio. Fue todo muy entretenido”, bromea. A pesar de la delicada situación, Guillermo no se olvidó del balón naranja y pasó a formar parte del equipo de los grupos de Regulares, equipo de la 3ª División andaluza, del que ejerció de entrenador-jugador. “Cada tres meses entraba y salía gente; unos llegaban y otros volvían a casa tras licenciarse. Era difícil compenetrar el equipo. La única semana que no pudimos entrenar fue durante la Marcha Verde, nuestra única misión era estar en la frontera tirados en el suelo con un CETME en la mano”.
Al regreso del servicio militar comenzó su andadura en el I.E.S. José Mor de Fuentes de Monzón; el primer año entró como interino, pero al siguiente hubo oposiciones y consiguió hacerse con una plaza que había quedado vacante. En el instituto montisonense ha ejercido como docente hasta el pasado 2012 cuando se jubiló. Durante más de tres décadas impartió clases de Biología, Geología, Medio Ambiente, Ciencias de la Tierra… y encabezó numerosos proyectos con el único objetivo de motivar a sus alumnos. Uguet, como buen deportista, siempre ha buscado la mejora a través del trabajo y la implicación. En el aula no era diferente. Su dinamismo buscaba la reacción y el compromiso de sus estudiantes.“De todos estos años tengo un gran recuerdo. Me lo he pasado muy bien, nunca me costó estar con los chavales en el día a día. A pesar de ello, los últimos cursos se me hicieron algo más duros debido a la administración, el entorno de los alumnos, familias… todo se volvió más complejo”. Decenas de años en la docencia le han servido para vivir en primera persona la evolución de todos aquellos alumnos que han compartido sus conocimientos. “Los chavales han cambiado, igual que la sociedad. Falta voluntad, constancia y compromiso. Por desgracia es el ritmo de los tiempos. Esto no significa que las nuevas generaciones carezcan de esas habilidades, simplemente no las practican. El entorno social es permeable y la tendencia generalizada es seguir la corriente, quieren conseguir los objetivos sin esforzarse. Los porcentajes de fracaso escolar siguen siendo muy altos y el panorama es desalentador”.
Uguet atesora enormes recuerdos de las hasta ahora cuarenta temporadas de existencia ininterrumpidas del Club Baloncesto Monzón.
Por algo será… o por mucho lo es. Uguet ha hecho de todo en su baloncesto del alma: presidente, entrenador, jugador… Su memoria de nota evoca con nitidez el nacimiento del equipo de Airon Club, cuya pista cubierta en el año 1972 fue pionera en la provincia; la aparición de equipos en otras poblaciones de la comarca como Binaced, Almunia de San Juan, Alcolea o Albalate; la construcción del pabellón Joaquín Saludas en 1982; los ascensos logrados en diferentes etapas; la trayectoria de 16 años en liga EBA y sobre todo los grandes amigos que le ha dejado este deporte. “El gran cambio en el baloncesto a nivel nacional se produjo en las olimpiadas de Los Ángeles 84. Allí un equipo formado por Corbalán, Epi, Fernando Martín, Romay, Arcega… consiguió la medalla de plata. Aquello fue un punto de inflexión”. Unas semanas después de este hito, comenzó la nueva temporada para el equipo montisonense, y la sorpresa fue mayúscula cuando se encontraron el doble de chicos que la temporada anterior, llegando a superar la cifra de los 400. Los Ángeles y la medalla de plata en baloncesto trascendió lo deportivo en una sociedad que despertaba de cuarenta años al dictado de Franco.
La época en liga EBA tiene un nombre escrito con letras de oro: Sito Alonso (aquel cuerpo técnico lo completaba Óscar Lata, su actual ayudante en el conjunto blaugrana, y Toñín Ara). El actual entrenador del FC Barcelona fue un pilar fundamental para el crecimiento de un equipo consolidado en aquella época en la segunda máxima categoría del baloncesto nacional. “Con Sito sigo manteniendo una intensa relación, hablamos muy a menudo, y de vez en cuando voy a ver en directo los partidos de sus equipos. Él sigue viniendo a Monzón y durante estos años que ha dirigido equipos ACB siempre se ha acercado a entrenar un par de días a Monzón o a jugar algún amistoso”. Fueron años donde se superaban la barrera de los mil espectadores en el pabellón de Los Olímpicos, parqué que pisaron unos jóvenes Marc y Pau Gasol, Navarro o Rudy Fernández, entre otros. El Pinturas Lepanto primero, y Cosehisa Monzón después se nutrió de jóvenes jugadores en busca de dar el salto al profesionalismo: “Hasta 32 chavales que pasaron por aquí, luego tuvieron la oportunidad de debutar en ACB, LEB Oro o en otras ligas europeas de primer nivel”.
En 2011 concluyó la aventura en la categoría tras 478 partidos oficiales, el segundo equipo de todo el país que más partidos ha disputado en esa competición: “Todo tiene un principio y un final y mantener aquel proyecto no tenía sentido por muchas circunstancias. Finalmente vendimos la plaza y hemos continuado compitiendo en 1ª Nacional con chicos de la cantera y de la redolada. Aunque ahora volviéramos a tener dinero, no intentaría hacer un equipo profesional en Monzón”. Todas esas vivencias mezcladas con historias más contemporáneas las plasmó durante varias temporadas en una revista digital (Monzobasket). Esta se podía leer en la página web de la Federación Aragonesa de Baloncesto y contaba con unas 2.500 visitas semanales: “Cuando me jubilé invertí parte de mi tiempo en este proyecto, realicé más de cincuenta números y conté muchas historias, la mayoría de ellas relacionadas con el baloncesto y la ciudad de Monzón como protagonistas. Dedicaba casi 40 horas semanales en sacarla adelante. Llegó un momento que por motivos familiares no podía emplear tanto tiempo, y preferí dejar de editarla”. Esta no ha sido la única aventura de Guillermo Uguet con los medios de comunicación. De hecho se ha prodigado dejando buen verbo y mejor pluma.
Su experiencia como director del Ecos del Cinca, desde 1978 a 1981, avala su tarea mediática.
“Llevaba poco tiempo en el Instituto y para evitar su desaparición me hice cargo del Ecos del Cinca de forma transitoria”. Todos los que formaban parte de la publicación eran voluntarios. Con la llegada de la democracia, la censura quedó atrás y comenzaron a tratarse temas polémicos que generaron controversias y comentarios mil en el pueblo: “Fue una época dura porque no entendieron nuestro papel”. Tras cuatro años de labor periodística, el Consistorio de la época lo sustituyó por una “redacción más profesional”. Su tarea no tuvo el final que merecía por mor de unos políticos con evidente querencia al control y mando. Uguet, también fue pieza fundamental en la creación de CEHIMO, del que es socio fundador y miembro desde sus orígenes.
Como colofón, el profesor, baloncestista, directivo… diserta sobre la pirámide poblacional y la preocupación que eso le despierta. Inquietudes de un Uguet que mira al futuro con cierta desazón: “Este es el gran drama de nuestra sociedad, junto a la falta de implicación. A los jóvenes se lo damos todo hecho. Quedan muchos estatutos y poca gente”, concluye, haciendo referencia a la gran cantidad de asociaciones nacidas en los ochenta y noventa, y la falta actual de personas con ganas de sacar adelante esos proyectos. Guillermo Uguet predica con el ejemplo. Lo hizo antes, lo sigue haciendo hoy y uno apostaría a que no dejará de hacerlo.