La Asociación El Carrasquizo es la encargada de dar vida a los gigantes que todos los años podemos ver durante las fiestas de San Mateo, con protagonismo en la jornada inicial, tanto en el Codetazo como en el desfile de carrozas. Junto al grupo La Cuquera de Albalate de Cinca han formado un tándem que les ha llevado a recorrer durante los últimos años tanto fiestas patronales de nuestra comarca y alrededores, como Encuentros de Gigantes. Unos personajes de altura cuyos bailes encandilan a todos aquellos que se cruzan en su camino.
Fue en el año 2006 cuando el Carrasquizo comenzó sus andanzas; impulsado por tres amigos –Javier Navarrete, Conrado Prieto y Carlos Abadía- dieron vida a este romántico proyecto que con el paso del tiempo ha evolucionado, pero ha mantenido la esencia de los inicios. “Todo comenzó cuando nuestro amigo Carlos cogía una escalera frutera y con ella simulaba que llevaba un gigante. A los “peques” de nuestra cuadrilla les encantaba y eso fue lo que nos decidió a construir nuestro propio gigante”, explica Navarrete, actual presidente del Carrasquizo. Primero cobró vida Guillermo, un fornido caballero templario. Como este se sentía muy solo, un par de años después le buscaron una pareja: Susana, con la cual siguen compartiendo andanzas.
Desde el principio comenzaron a participar activamente en algunos actos festivos de San Mateo, pero también se animaron a desplazarse fuera de la localidad para formar parte de los Encuentros de Gigantes que se realizan en diferentes lugares de forma periódica. “Los gigantes de Monzón se fueron haciendo un hueco en este mundillo. Nos dimos a conocer y a partir de ese momento nos fueron invitando a diferentes eventos”. El Carrasquizo ha bailado con Guillermo y Susana en las tres provincias aragonesas, también ha estado en Cataluña, en la Expo de Zaragoza como representantes de Monzón, en FITUR e incluso pueden presumir de ser los únicos gigantes que han bailado en el Dolmen de Tella. Además, han visitado tierras francesas, dejando allí un descendiente, ya que construyeron un gigante y se lo regalaron a la ciudad de Muret.
Uno de los momentos más emotivos de su trayectoria fue cuando en 2010 organizaron en la capital mediocinqueña un Encuentro de Gigantes para rendir homenaje a Carlos, socio fundador fallecido poco tiempo atrás. Alrededor de 40 figuras procedentes de diferentes puntos de la geografía aragonesa y catalana se dieron cita en una jornada para el recuerdo.
Otro de los momentos que ha marcado un antes y un después en El Carrasquizo fue su confraternización con La Cuquera. “Nos hicimos muy amigos y formamos un tándem perfecto. Ellos ponen la música y nosotros bailamos”. Incluso han colaborado junto a los alumnos del colegio de esta población ribereña en la construcción de un gigante inspirado en la figura de Miguel Fleta, su hijo más representativo.
AÑO EN BLANCO
Las figuras de unos 40 kilos de peso, formadas por una estructura de aluminio y PVC, cabeza de cartón piedra y un traje realizado a medida, son los componentes que dan vida a estos personajes. En 2020, con motivo de la pandemia, no han podido salir del almacén donde permanecen impertérritos a la espera de volver a la acción cuando todo esto haya pasado. “Los gigantes logran emocionar a pequeños y mayores. Los niños al principio se acercan con miedo, pero acaban conociendo los entresijos del gigante bajo sus faldas”. Reconocen que en San Mateo en algunos momentos es un tanto agobiante, al estar rodeados de mucha gente, pero aseguran que el grado de diversión es proporcional al tamaño de las figuras que portan.
Desde la Asociación también ejercen de porteadores de otros gigantes, por ejemplo, ellos son los que guían a Don Quijote, Dulcinea y los Reyes Católicos, propiedad del Consistorio. “Somos muy pocos en la Asociación y eso supone que por ejemplo en San Mateo no podamos sacar nuestros dos gigantes, ya que llevamos los del Ayuntamiento. Con nuestros amigos “giganteros” de Fraga nos ayudamos mutuamente en situaciones como esta. En los últimos años se han incorporado varios chavales jóvenes, pero a pesar de ello necesitaríamos aumentar la familia. Estaríamos encantados de poderles enseñar a bailar y llevar los gigantes. No es tan difícil como parece, solo hay que tener un poco de equilibrio”, resaltan desde este grupo, cuya seña de identidad son las boinas que lucen cada uno de sus miembros.
Por último, nos recuerdan que en el futuro les gustaría que la familia de gigantes de Monzón aumentará, y apuntan a un par de personajes: Joaquín Costa y el niño Jaime I; dos emblemas de la población mediocinqueña. Volviendo a los “sanmateos”, este año será extraño para ellos al no comenzarlos al ritmo de sus gigantes. “Tendremos una gran pena en el corazón”. Esperamos que muy pronto podamos escuchar al terminar el paseo festivo, su habitual grito de guerra: ¡Bien tocado, bien bailado!