Andrea Ropero nos recibe, junto a su perro, a las puertas de la casa familiar en Binaced. Después de unos meses de intentos mutuos, la entrevista pretendida ya tiene a su protagonista. Desde el primer momento, su actitud es única para comenzar con la sesión de fotos en la misma calle con treinta y muchos grados a la sombra. El hábito de Andrea con la cámara resuelve la escena con unas instantáneas que muestran a una mujer feliz del momento que vive, tanto personal como profesional: Iñaki López, un bebé en octubre, su familia, la Sexta Noche y el reconocimiento general a una periodista que, paso a paso, está logrando mudar un sueño de niña a una realidad que lidera audiencias. Es la Andrea de siempre, con unos pocos años más: tan natural y auténtica como profesional y terrestre.
-Eres de las que no olvida su origen. Vuelves siempre, pero a la carrera y contrarreloj…
Echo muchísimo de menos mi pueblo: la paz, la familia, los amigos, el poder caminar por aquí, el poder ir al campo… a mí me encanta. Cada vez que vengo voy caminando hasta el pantano de San Salvador y eso me da la vida. El problema que tengo es que las horas con las que cuento son pocas, y cada dos o tres meses.
-Pueblo, familia y amigos. ¿Mantienes relación con tus compañeros de estudios en Binaced y Binéfar?
Sí, mis amigas de Binaced siguen siendo las mismas que cuando yo estaba aquí, y sigo manteniendo también muchos contactos con gente del instituto porque estudié en Binaced hasta 6ºde EGB, y luego estuve en Binéfar haciendo la ESO. También cuando tocaba ir de fiesta salía mucho por la zona… Tengo una anécdota sobre eso: una de las chicas con las que coincidía de fiesta era Verónica Fumanal. De repente, un día vino Pedro Sánchez a la Sexta Noche y apareció con su jefa de prensa y era Verónica… nos reencontramos en el plató, yo como presentadora y ella como jefa de prensa de Pedro Sánchez.
-El hecho de ser una habitual en tv, ¿ha cambiado tu relación con la gente del pueblo?
Lo único que ha cambiado es que mis amigas y mis amigos tienen que tener mucha paciencia conmigo, ya que tan pronto quedamos como tenemos que anular la cita. Hay muchas cosas que me pierdo; por ejemplo, los cumpleaños, los bautizos de los niños de mis amigas, las bodas porque la mayoría suelen ser en sábado. Pero el contacto es el mismo, tenemos nuestro chat en WhatsApp y el tono es el mismo que teníamos siempre, y la confianza igual.
-¿Cómo llevas la cuestión de la calle a la hora de ser una cara reconocida?
Mis amigas en Binaced se agobian un poco conmigo porque claro, la gente te para, te saluda, etc. Pero luego las personas son muy respetuosas, te paran, te piden fotos y normalmente son muy agradables. Recuerdo que la primera vez que me reconocieron en Madrid. Yo estaba en un centro comercial. Subía con las bolsas y de repente el señor que estaba enfrente me dijo, ¡oye tú eres Andrea Ropero, de la Sexta! Y dije, ¡¡ostras!! Porque yo estaba acostumbrada a que me reconocieran aquí, pero no allí. Es algo que llama mucho la atención y es bonito. Cuando voy con Iñaki ya es mucho más porque vamos en pack. Forma parte de la profesión y lo llevamos de la mejor forma posible.
-¿Solías ir más a Monzón o a Binéfar?
Para estudiar a Binéfar, pero para salir iba más a Monzón porque allí estaba mi prima y mis amigas de Binaced. Pero reconozco que con mis amigos del instituto salí mucho por Binéfar. Con Javier Lanaspa, Alejandro Feo, María José Teruel…
-Cuando te preguntan de dónde eres, ¿hablas de Binaced directamente o sitúas la respuesta pasando por Huesca?
Es verdad que suelo decir Huesca, pero siempre nombro Binaced y les hablo de las cosas buenas que tiene mi pueblo.
-¿Puedes describirnos una imagen de Andrea Ropero en Binaced, años noventa?
Una de las imágenes que recuerdo es con mis amigas, porque mis padres tenían un pub y nos juntábamos allí los domingos a comer chucherías. También cenábamos juntas los sábados y alguno de los padres nos llevaba a Monzón de fiesta. Son momentos que tengo muy presentes.
-¿Te gustan los caracoles? Los caracoles me flipan. Una de las imágenes que guardo es la de la gran caracolada de las fiestas de Binaced. Ahora nunca puedo venir porque suele ser los viernes. Pero participé siempre, hasta que me fui a Barcelona con 18 años. Por cierto, cuanto más picantes mejor. Y me encanta que te los den desde un tractor, en un plato de plástico, sentarte en la acera y llenarte de salsa, que está buenísima.
-¿Te gustan tanto como el periodismo?
¡Uff! Desde pequeña quise hacer periodismo y siempre había querido trabajar en la televisión. No sé por qué. En mi familia no había tenido a nadie dedicado al periodismo. Recuerdo que cuando tenía ocho años veía los informativos con mi abuela, y me fijaba en las presentadoras. Me preguntaba qué debían sentir. Luego, cuando empecé a hacer los primeros directos, mi abuela iba puerta a puerta por las casas del pueblo a avisar de que iba a salir en la televisión, y a lo mejor solo aparecía veinte segundos en el directo.
-Querías ser periodista a esa edad en la que la mayoría de jóvenes no tienen muy claro a qué quieren dedicarse. ¿No había duda?
Hubo una época que quería estudiar medicina, pero es verdad que no puedo ver una aguja. El periodismo siempre ha sido vocacional para mí.
Te defines como una enamorada de Barcelona. ¿Qué te ha conquistado de la capital catalana?
Barcelona me ha marcado mucho. Estudié allí, pasé unos años inolvidables, tengo a algunas de mis mejores amigas e intento ir una vez cada dos meses. Todo eso me trae muchos recuerdos, porque pasar allí de los 18 a los 27 o 28, son muchos años y eso te marca. Crecí profesionalmente y como persona. Es una ciudad muy dinámica, con gente muy amable. Ahora ya llevo cinco años en Madrid.
Como profesional, ¿la televisión es tu medio de referencia?
Sí. Es verdad que estuve haciendo prácticas, el primer o segundo año de carrera, en Radio Monzón, con José Luis Barrio. Fue interesante para mí. Además, José Luis se portó muy bien conmigo. Pero la radio no me acabó de enganchar, y la televisión apareció desde el primer momento, nada más acabar la carrera. También estuve en El Periódico de Aragón, con Jaime Armengol. Fueron grandes experiencias, pero salió la televisión y…
Ahora, ¿dónde queda la radio o la prensa?
Quizá si el camino me hubiera llevado a la radio, hubiera hecho radio. Son dos medios complementarios, mucha gente salta de la radio a la televisión y al revés. Creo que la radio es el pilar del periodismo.
Para ti la Sexta es la primera. Naciste profesionalmente con la cadena…
La primera y la única. Fue la gran oportunidad de mi vida, y aquí sigo. Tengo fotos en el plató cuando solo estaba puesta la moqueta. Llevo once años en la Sexta y fui de las 25 o 30 personas que entramos al principio. Fue un proyecto que me apasionó desde el primer momento. En junio del año 2006 acabé la carrera y el tres de julio entré en la Sexta. He pasado por informativos, al Rojo Vivo, o la Sexta Noche que también forma parte de los informativos.
-De todos esos primeros años, ¿qué guardas con un mayor cariño profesional?
Hay numerosos momentos. Recuerdo con muchísimo cariño el primer directo que hice para la Sexta en el año 2006, desde la Plaza Sant Jaume, para las fiestas de la Mercè. Existía una polémica con el pregón y me mandaron para allá. Recuerdo como me temblaban las piernas, y la llamada de mi abuela después de verme. Aunque había soñado un momento así durante mucho tiempo, cuando estás ahí no te lo crees. Otro de los momentos profesionales que me hicieron aprender mucho fue el crimen de Fago. Yo era redactora y la Sexta me mandó una semana allí. Fue algo que me marcó mucho, porque además estaba en mi tierra. También mis primeros pasos en el plató: coger aire y decir buenas noches… y en directo, que ahí está la gracia. Siempre prefiero el directo. Las cosas salen mucho mejor, porque creo que vas con otra actitud, estás más atenta, más activa que con los programas grabados.
–Has pasado por buena parte de las tareas periodísticas habituales hasta llegar a copresentar un programa de máxima audiencia. ¿Te ves mucho más tiempo en La Sexta Noche?
Sí que me veo más tiempo en la Sexta Noche. Yo siempre he querido hacer eso. Ahora llevamos cuatro años y medio y estoy muy a gusto. He recibido ofertas, pero he decidido no irme porque allí estoy muy cómoda. Es verdad que llevo el ADN de la Sexta incorporado porque son muchos años, se trabaja muy bien y me han tratado de maravilla.
-¿Qué objetivos profesionales querrías alcanzar a medio o largo plazo?
Yo prefiero no marcarme ningún tipo de objetivo porque la tele es muy caprichosa, y quién sabe si hoy estás aquí y mañana… Entonces, para qué me voy a preocupar por el futuro si no sé qué va a pasar la semana que viene. Es verdad que yo siempre he tenido ahí la espina de presentar informativos, y algún día me gustaría hacerlo pero de momento estoy muy bien en la Sexta Noche.
-Entre otras muchas cosas, la televisión es exposición y por tanto crítica. ¿Qué es lo más bonito que te han dicho?
Para mí lo más bonito es que Iñaki, mi madre, mis hermanos o mis amigas me digan que están orgullosos de mí.
-¿Y la crítica de la cual tomas nota para mejorar?
En una ocasión, un jefe me dijo que debía hablar más despacio. Reconozco que hablo mucho, y ya en mi época de redactora hablaba rápido y fuerte, pero porque ya hablaba así en mi casa. Eso lo he ido aprendiendo y mejorando sobre el terreno. Después están las críticas malas: en Twitter lees mensajes que ya entran en temas personales y eso no lo tolero. –
-Lo que desees para concluir…
Me ha hecho mucha ilusión esta entrevista. Vivir a 500 km de tu casa y que un medio de aquí se acuerde de ti es de agradecer.