Las fechas de verano no son las más apropiadas para visitar la pedrera de Santa Cilia de Panzano, municipio de La Hoya de Huesca, donde Manuel Aguilera, binacetense y presidente del Fondo Amigos del Buitre (FAB), acude casi todos los sábados del año y más de un domingo para depositar huesos y restos cárnicos que atraen a un centenar largo de buitres leonados. Si el termómetro castiga, es mejor esperar el otoño. En todo caso, la pequeña excursión recompensa. A los amantes de la naturaleza, mucho, y a la tropa del turismo ornitológico, tanto o más.
El romance de Aguilera con los leonados de Guara se remonta a finales de la década de los setenta. Entonces, él y el llorado David Gómez (fallecido en accidente de tráfico en 2005) subían a la pedrera con mochilas cargadas de pitanza para las rapaces (hoy, el de Binaced dispone de un pequeño remolque). El ritual se mantiene: primero bajan los leonados, luego media docena de alimoches y finalmente algún que otro quebrantahuesos. Los quebrantas cierran el ciclo: se comen los huesos y la pedrera queda limpia.
¿Cuál fue la razón de este empeño? Aguilera lo explica: “El cierre de los muladares tradicionales en los setenta (sustituidos por fosos sanitarios) y la aceleración de la agricultura intensiva dejaron a las aves abandonadas a su suerte… o condenadas a alimentarse en los vertederos. Los buitres se quedaron sin cadáveres de reses muertas y de ungulados salvajes y nadie se preocupó. Algo había que hacer, y me parece necesario recalcar que somos la envidia de muchos países europeos por nuestra riqueza faunística”.
También en Binaced
La pasión de Aguilera por las rapaces le llevó a acondicionar en 1983 un comedero de alimentación suplementaria en el cerro “Las Pichillas” de Binaced. Con David y el también fallecido Pepe Chaverri (conocido montañero) empezaron a abastecer de restos cárnicos el lugar, y de tal trabajo se han beneficiado los buitres y los milanos reales. Estos últimos han devuelto el favor a los naturalistas en forma de una colonia de unos 1.500 ejemplares que sobrevuelan el Cinca Medio de marzo a octubre. La bandada es una de las más importantes de la península.
El milano (milvus milvus) es una especie catalogada “en peligro de extinción”. Llega a España en otoño y retorna a los lugares de origen en marzo (países del centro y norte de Europa). Le caracteriza el color anaranjado del plumaje (los ingleses lo llaman “cometa roja”). Resulta beneficioso para el campo porque, además de la carroña, elimina grandes insectos, roedores y pájaros enfermos. Los estudios indican que la población europea descendió entre el 20 y el 30 por ciento en una década, a primeros de este siglo. Causas: la agricultura intensiva (caen los árboles de las lindes de los campos donde les gusta anidar), el uso excesivo de química en los cultivos, el plomo de la caza, los parques eólicos mal ubicados…
El FAB redondea el control y seguimiento de los milanos con la labor de marcaje y, en ocasiones, colocación de emisores (en función del presupuesto) que desarrolla desde hace más de diez años con la colaboración de SEO-Monticola (entidad vinculada a la Universidad Autónoma de Madrid). Aguilera dice: “Hemos muestreado (medición, marcaje, extracción de sangre…) más de 700 ejemplares, y lo hemos hecho con voluntarios. En su momento contamos con la ayuda financiera de la Obra Social de Ibercaja, que nos dio un fuerte impulso. Nuestro archivo es un tesoro de información”.
Turismo ornitológico
La atracción que despierta entre los turistas ornitológicos la pedrera de Santa Cilia de Panzano le sirve a Aguilera para enfatizar la defensa de las necrófagas. Apunta: “En los últimos años han pasado por la pedrera más de cuatro mil personas por temporada. Llegan solas o en pequeños grupos y proceden de los países más dispares. Son respetuosas con el medio ambiente, disfrutan de nuestro tesoro alado y se alojan y consumen en la zona. Desperdiciar este recurso no tiene sentido. Debemos mimarlo”.
Panzano acogió los días 1, 2 y 3 de junio del año pasado el I Simposio Nacional sobre Rapaces y sus Hábitats “Guara-2018”, organizado por el FAB, la empresa Ticodroma y la Asociación de Empresarios de la Sierra de Guara, y respaldado por la DPH y los ayuntamientos del enclave. Asistieron 102 especialistas de diez Comunidades autónomas y se impartieron 20 ponencias.
Al margen de los objetivos de calado científico, los promotores definieron así la filosofía de la convocatoria: “Se trata de crear un foro donde poner al día e intercambiar información y experiencias a nivel nacional en el conocimiento, amenazas y protección de las rapaces, establecer prioridades para su estudio y conservación y seguir avanzando en el impulso de medidas que permitan compaginar el uso humano del territorio con la protección de estas especies y sus hábitats”.
En otras palabras: procurar que haya sitio para todos, que lo hay, y defender sin desmayo el patrimonio natural. El FAB lleva cabalgando más de 30 años… y la montura está fresca como el primer día.