Javier Ric y su prima Laura Sorinas se encargan de gestionar una granja de lechones con alrededor de 5.200 animales, los cuales llegan tras ser destetados a los 28 días de su nacimiento. Tras ocho semanas y alcanzar los 20 kilos de peso cambian de ubicación y son trasladados a una explotación especializada en cebo. En la zona oriental de la provincia de Huesca son muchas las personas que trabajan en la ganadería, un sector que en las últimas semanas ha saltado al primer plano de la opinión pública por las declaraciones del ministro Garzón sobre la ganadería extensiva y las macrogranjas.
Detrás de cada explotación ganadera encontramos a personas que se desviven a diario por el bienestar de los animales y que cuidan de ellos para que estén en las mejores condiciones posibles. Javier Ric lleva más de dos décadas dedicado al sector porcino, actualmente gestiona dos granjas de lechones y está en proceso de comenzar un nuevo proyecto con una instalación dedicada al engorde. Junto a él dos mujeres: su esposa Laura Carrasquer, que además de gestionar estas explotaciones, también dirige el Centro de Servicios Agrícolas, empresa ubicada en Binaced; mientras que Laura Sorinas, tras mucho tiempo en la hostelería, cambió de oficio y ya lleva seis años inmersa en el porcino a través de varios proyectos familiares.
“Las mujeres en el mundo rural siempre han estado relacionadas con el sector, pero quizás en el pasado no eran reconocidas. Antes criaban los tocinos en casa y ahora hacen lo mismo, pero a gran escala, de manera más profesional y cumpliendo una gran cantidad de normativas. Explotaciones como esta generan trabajo y permiten fijar población en la zona, donde mucha gente vive directamente de las granjas y del campo”, señala Laura Sorinas, cuyo padre lleva alrededor de 40 años dedicándose laboralmente al porcino. Ella tras un largo periodo dedicada a la hostelería, cambió su ocupación al sector primario y afirma estar muy satisfecha con la decisión.
CONTROL MINUCIOSO
La granja integrada por el Grupo Mazana da trabajo a dos personas, que se turnan a lo largo de la semana para cubrir las necesidades de unos animales que llegan con unos pocos días de vida. “Los lechones dan mucho trabajo, hay que estar muy encima de ellos, además no hemos de olvidar que los animales comen todos los días y no entienden de festivos, aquí da igual que sea miércoles que el día de Navidad. El veterinario viene como mínimo una vez a la semana y si hay cualquier urgencia le llamamos para que venga a hacer una visita”, resalta Ric. A nivel de temperatura, las instalaciones están en invierno a una temperatura que ronda los 25 grados y para el verano gracias a unos nebulizadores, evitan que alcance los treinta; a ello hay que sumarle la ventilación forzada para que no se cargue el ambiente. “Actualmente tenemos todos los parámetros automatizados para que, ante cualquier problema con la temperatura, el agua, la comida… enseguida nos llegue un aviso de manera inmediata. Además, estamos muy encima de ellos para preservar su bienestar”.
MALESTAR
Respecto a los comentarios negativos sobre el sector en ciertos ámbitos políticos y sociales, recalca que: “las críticas están totalmente alejadas de la realidad. Los animales están perfectamente cuidados y se cumplen estrictamente las normativas”. Además, destaca que el volumen de negocio es muy importante para la mayoría de poblaciones de la zona oriental de la provincia de Huesca, ya que además de fijar población, permiten que la economía del territorio se vea reforzada.