Ciento setenta y tres años de historia cumplió la Guardia Civil el pasado 13 de mayo para seguir siendo la institución más valorada por los españoles. La Benemérita es el cuerpo de seguridad pública, con carácter nacional, que más insertado está en la sociedad, y sobre todo en las zonas rurales de España. La Comarca del Cinca Medio cuenta con dos puestos de la Guardia Civil, el de Monzón, igual que Binéfar o Tamarite entre otros, perteneciente a la Compañía de Barbastro, y el de Alcolea de Cinca, dependiente a la de Fraga. Antonio Merino, teniente de la Compañía de Barbastro, ha compaginado su labor estos últimos meses con la de mando superior del cuartel de Monzón, hasta que el pasado 24 de mayo llegaba el nuevo mando a Monzón: el teniente Óscar Arenas.
El primer y principal objetivo de la Guardia Civil es ayudar a la ciudadanía ante cualquier situación de inseguridad e informar para prevenir, tal y como expresan nuestros interlocutores: Antonio Merino, teniente de la Compañía de Barbastro y Jesús Alcántara, sargento del puesto de Binéfar en la actualidad, destinado con anterioridad en Monzón. Este reportaje se llevaba a cabo días antes de la incorporación del teniente Arenas. Lo primero que llama la atención en el encuentro con el teniente Merino y el sargento Alcántara es la juventud de ambos. El primero, navarro de nacimiento y veintinco años; el segundo, natural de Palma de Mallorca y cuarenta y cuatro años. Antonio Merino lleva nueve meses en su nuevo destino, alternando Monzón y Binéfar. Jesús Alcántara es ya un oscense adoptado con vínculo y familia binefarense –su mujer, Juana Martos, es también Guardia Civil destacada en Binéfar- : “Llevo veinte años aquí, y me siento muy identificado con este territorio”, nos cuenta el sargento, mientras repasa sus primeros destinos en Palma de Mallorca y sus encuentros de servicio con el conocido juez Castro: “Coincidimos en más de una ocasión, por ejemplo, en algún “balconing” que ya se practicaba en los años noventa del pasado siglo”. Jesús Alcántara cuenta con una experiencia que brinda numerosas escenas singulares y anécdotas mil, tanto en La Litera como en el Cinca Medio. El teniente Antonio Merino llegó a la Compañía de Barbastro el pasado verano con dedicación principal a los puestos de Monzón y Binéfar, dos años después de su primer destino tras su salida de la Academia de Oficiales con un currículum académico brillante. Lógicamente, su nivel de popularidad no es igual al del sargento Jesús Alcántara, tras dos décadas entre nosotros. Todo se andará: “la Guardia Civil destaca por su cercanía con el ciudadano. Ante cualquier problema, lo primero que se hace es llamar al puesto más cercano. En este sentido, aprovecho para subrayar la importancia que tiene en nuestra labor diaria la colaboración ciudadana para prevenir el delito, o en su caso para perseguirlo”, comenta Merino.
Una de las primeras especificidades que presenta la Guardia Civil en nuestra zona tiene que ver con su división y despliegue territorial. El mismo, no corresponde con la comarcalización conocida popularmente y que responde a la ley del mismo nombre legislada en el año 2001. Por ejemplo: Binaced, municipio perteneciente a la Comarca del Cinca Medio, es competencia del puesto de Binéfar; el cuartel de Alcolea, como ya se ha indicado, y poblaciones cercanas como Albalate o Pomar, están encuadradas dentro de la Compañía de Fraga. Más allá de estas curiosas consideraciones, es cierto que estamos hablando de una zona común con perfiles diferentes a la hora de catalogar los delitos que se comenten: “Dependiendo de la sociedad en general, actividad laboral, media de edad… se producen unos delitos u otros. En Monzón no se producen, en general, los mismos delitos que en Binéfar o Tamarite”, señala Jesús Alcántara, buen conocedor de los pormenores delictivos de la zona. El propio sargento asegura que la droga está en el origen de un alto porcentaje de los delitos que se cometen. “Afortunadamente, por esta zona el equipo de la policía judicial de Barbastro está haciendo un gran trabajo que infiere en el nuestro de manera muy positiva”, comenta el teniente Merino. La colaboración entre cuerpos es fundamental para perseguir el delito y a sus impulsores. En ese sentido, ambos mandos subrayan la buena sintonía que existe con la Policía Local: “es muy estrecha y provechosa. Si no estuvieran, nosotros lo notaríamos para mal. Lo mismo puedo decir de bomberos y alcaldes”. Todas las sinergias y esfuerzos son pocos para brindar la mayor seguridad a la ciudadanía, dentro de un contexto general que ha ido variando en el tiempo y en el perfil del delito, según aseguran el teniente y el sargento: “poco a poco, todo lo malo llega también a las zonas rurales, incluso podemos hablar de delitos importados como pueden ser algunas estafas o el secuestro exprés. Hasta hace bien poco, en estas zonas vivíamos con las puertas de casa abiertas durante todo el día. Ahora, es evidente, que eso no ocurre”.
En el ánimo de ofrecer una cercanía efectiva, la Guardia Civil está en constante movimiento, con patrullas motorizadas en labores de vigilancia, control de disuasión e informativas que les facilita el conocer a las personas del territorio: “siempre hay, como mínimo, una patrulla operativa en la calle las 24 horas del día, todo el año”. A la tarea profesional de la Benemérita cabe sumar la prevención del delito que cada ciudadano debe planificar a título personal, sobre todo cuando hablamos de inmuebles, tanto en el pueblo como en el campo: “las medidas de seguridad pasan, principalmente, por una alarma que suele ahuyentar al que va a cometer el delito, además de una presencia lo más reiterada posible. Por ejemplo, en una torre hay que dar vueltas cuando no solemos estar de forma habitual, subir y bajar persianas, poner testigos de luz… y sobre todo ante cualquier sospecha llamar al 062. La centralita que recepciona la llamada, conecta de inmediato con la unidad más cercana a la ubicación que nos señale nuestro interlocutor. Esta colaboración ciudadana es fundamental para nosotros” apunta Merino. Estas necesarias estrategias responden a un catálogo de delitos tradicionales, y que poco tienen que ver con las novedades delictivas vinculadas a las nuevas tecnologías: “el problema se ha hecho transnacional y eso es una dificultad añadida para perseguirlo. Las estafas y abusos pueden tener unos orígenes y derivas muy diferentes, en cuanto a territorios, y eso solo se puede contrarestar con nuevas unidades y mucha coordinación entre países”, subraya Jesús Alcántara, acostumbrado habitualmente a ir por los colegios de la zona informando a los jóvenes de estos nuevos delitos telemáticos: “lo que solemos hacer es el día anterior a ofrecer la charla a los chicos, dársela a los padres para que todos vayan en una sintonía paralela”. Además de los riesgos por internet, otros temas ocupan las visitas de los agentes a colegios e institutos: acoso escolar, violencia de género, drogas y alcohol…
La presencia de los mismos guardias civiles en los centros educativos guarda un doble objetivo: informar y acercar. Informar del catálogo de quebrantos con los que se pueden encontrar los jóvenes y acercar una imagen positiva de la Guardia Civil a los chicos. Esa conveniente comunión entre fuerza de seguridad y ciudadanía es principal: “nosotros servimos al ciudadano. Estamos para ayudar”, señalan el teniente Merino y el sargento Alcántara, al unísono. No hay libertad sin seguridad. Así lo propugna el artículo 104 de nuestra Constitución a la hora de definir las responsabilidades de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado: “Las fuerzas y cuerpos de seguridad, bajo la dependencia del Gobierno, tendrán como misión proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana”. Jesús Alcántara pone un ejemplo como imagen de esa comunión necesaria, aunque a veces conlleve alguna molestia: “cuando hay un control policial a la entrada de un pueblo, los vecinos deben entender que eso es seguridad”. Más allá de las afecciones que puedan darse, el mismo Alcántara asegura que la buena convivencia entre ciudadanía y Guardia Civil resulta cada vez mejor: “así lo entiendo y lo vivo a diario”. Y así lo siente el grueso de una población, cada vez más concienciada de la obligada presencia en nuestras vidas de personas que garanticen una seguridad pertubada en exceso.