Agustín Lleida puso rumbo a México en el año 2011 para hacerse cargo del Pachuca, un equipo mexicano que se ha convertido en un referente futbolístico en las últimas campañas. Los éxitos de su club y la metodología empleada con las categorías inferiores le han servido para hacerse un nombre en el fútbol sudamericano. El pasado mes de mayo decidió aceptar una oferta del Liga Deportiva Alajuelense de Costa Rica, equipo en el que desempeñará el cargo de Director de Desarrollo de la cantera rojinegra. Una nueva aventura en busca de seguir creciendo personal y profesionalmente.
Muy pronto nuestro protagonista fue consciente que como jugador le sería imposible triunfar en fútbol, por ello a los 18 años colgó las botas y exploró otras vías para lograr su objetivo. Agustín se crio en Monzón y como muchos chavales de su edad creció con un balón como fiel compañero de viaje. Sus primeros goles llegaron con el equipo de su colegio, Santa Ana; después pasó a formar parte de las categorías inferiores del Atlético Monzón, en las que militó hasta juveniles. “En 2004 comencé a estudiar Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad de Vic. Me hice cargo del equipo juvenil y los fines de semana me desplazaba hasta Huesca para obtener el título de entrenador”, explica. Durante su periplo en tierras gerundense también fue el coordinador general del fútbol base del Vic y preparador físico del equipo de Regional Preferente.
Tras terminar la licenciatura continuó su formación realizando varios másteres, todos ellos relacionados con la actividad física y el deporte de alto rendimiento. En 2008 entra a formar parte de la empresa Internacional Soccer Services donde realizó diversas labores. “Durante varios años estuve participando en campus y trabajando en países de segundo nivel futbolístico como Suiza, Finlandia, Japón… Con la victoria de España en el mundial de 2010 se nos abrieron las puertas de par en par en cualquier lugar del planeta. Le debemos mucho a Iniesta”, sonríe.
Uno de los personajes claves en la fulgurante carrera de este preparador físico montisonense fue Marco Garcés, ex futbolista mexicano con el que coincidió como monitor en un campus organizado por el Liverpool. “Nos conocimos en Inglaterra y enseguida congeniamos. Pasó el tiempo y mantuvimos la relación. Fue una sorpresa cuando me ofreció irme de Director de Preparación Física al Club Pachuca. Al principio dudé, suponía irme lejos de casa y además a un país con mucha inestabilidad. Marco me convenció para que visitara las instalaciones y cuando vi aquello me enamoré. Disponían de ocho campos de césped natural y tres artificial, residencia de jugadores y hasta hospital”.
En 2011, acompañado por su novia, inició una nueva etapa de su vida en tierras aztecas. Llegó a una entidad importante del país, cuya intención era seguir creciendo a través de potenciar la cantera. Además de desempeñar las labores de preparador físico en el primer equipo durante diferentes etapas, la principal labor de este joven mediocinqueño ha sido consolidar la estructura del club en lo referente al fútbol base. “Intentamos captar a los chavales más destacados de cada generación. Entran al club con apenas diez años y los formamos hasta los dieciocho. Apenas ven a sus padres una vez cada seis meses y realizan un gran esfuerzo por intentar cumplir su sueño”.
De cada generación de treinta jugadores, con suerte dos o tres llegarán a la Primera División mexicana y alguno logrará dar el salto a Europa, como es el caso de Hirving Lozano, jugador del PSV Eindhoven de Holanda o Héctor Herrera, ahora en el Oporto (Portugal). Las ventas reportan al Pachuca unos importantes ingresos económicos que permiten mantener estructura de cantera con numerosos ojeadores por todo el país. “Al margen de los títulos, durante estos siete años me quedo con la evolución de los chavales, verlos debutar en el primer equipo e incluso a algunos de ellos llegar a la selección de México. Gracias a este trabajo hemos conseguido ser un club de referencia en Sudamérica e incluso ganar la Champions de la CONCACAF. Lo que nos permitió disputar el Mundial donde quedo campeón el Real Madrid”, resalta orgulloso.
Ese buen hacer temporada tras temporada le ha servido para labrarse un nombre en el continente sudaméricano y poder optar de esta forma a proyectos interesantes. Este verano inicia una nueva etapa, cambia de país y pone rumbo a Costa Rica. Allí desempeñará el cargo de Director de Desarrollo de toda la estructura de cantera del Liga Deportiva Alajuelense, el equipo más importante de la liga Tica, ahora en horas bajas. “Han apostado fuerte por mí. Ya hace un tiempo que llevaba trabajando con ellos en la construcción de la Ciudad Deportiva y una vez terminada la temporada con el Pachuca he decidido cambiar de aires”.
En el Alajuela, este preparador físico va a tener las condiciones idóneas para que el proyecto salga de la mejor manera posible. El objetivo es convertir al club en la cantera de los jugadores de la selección de Costa Rica en un futuro cercano. Para ello buscará implementar un modelo de juego en todos los equipos y entrenar bajo una misma metodología. Agustín Lleida sustituye en el cargo al también español Benito Floro. “El proyecto es muy ambicioso, hay músculo económico y yo cuento con la experiencia del trabajo desarrollado durante las últimas temporadas. Aquí voy a estar más expuesto ante la afición y la prensa, pero soy optimista y espero convertirlo en un referente para toda América”.
El fútbol se vive con intensidad en toda Sudamérica, para sus aficionados es como una religión, los campos están llenos y cada partido se afronta como si de una final se tratara. A pesar de ello, en el futuro desearía volver a España. “He tenido algún contacto, pero no ha fructificado. Todavía no es el momento. Llegará mi oportunidad y espero aprovecharla. Me apetece regresar a mi país para poder compartir con mi gente el día a día. Llegar a un estadio y encontrarme a mis amigos y familiares. Abrazarlos después de haber logrado un triunfo… Ahora tengo dos niños pequeños y eso también hace que me plantee regresar más pronto que tarde”.
A sus 33 años ha pasado más de un tercio de su vida alejado de su Monzón natal, donde comenzó a amar este deporte. Eso no ha sido un impedimento para seguir muy vinculado a su ciudad, donde cada vez que va de visita lo esperan con los brazos abiertos. El pasado mes de enero recibió un reconocimiento en la Gala del Deporte Local, un premio que recogieron sus padres. Hace unas semanas ofreció una conferencia en el II Salón del Deporte “Cinca Sport”, donde contó sus vivencias profesionales. De momento no ha logrado ser profeta en su tierra, pero hacer las Américas le ha permitido adquirir experiencia en la élite, esperando una buena oportunidad para regresar al fútbol español, que tarde o temprano le llegará.