Sin saber exactamente cual vaya a ser la respuesta democrática de la sociedad española ni la de nuestras comarcas altoaragonesas, tras la desconocida, y traumática, situación por la que estamos pasando sanitaria y económicamente, si se constata un escenario político excesivamente tensionado que, de seguir así, nos avecina una aún mayor agudización de la radicalización política. De cumplirse esta previsión, la situación podría llegar a ser insoportable para una mayoría de estas sociedades deseosas de vivir en paz y en libertad.
Consecuentemente, el primer objetivo desde la Sociedad Civil debe ser la búsqueda de la mayor concordia política posible. Concordia y por supuesto respeto entre todos pensemos como pensemos. Hacer frente al desastre económico en el que estamos inmersos, requerirá de grandes acuerdos y consensos políticos. Así lo pensamos la gran mayoría de los españoles (según algunas encuestas casi un 80% de la población); el partido socialista y el partido popular tienen la responsabilidad y obligación de ser los actores principales para alcanzarlos en beneficio de todos. Tan es así – en mi opinión – que si fuera preciso habría que exigírselo mediante nuestra movilización. Parece que últimamente dan señales de estar oyendo estas exigencias.
En cualquier caso no estará de más poner sobre la mesa cuales debieran ser los objetivos básicos del consenso derivado de la concordia política. El primero el fortalecimiento de las estructuras políticas y administrativas del Reino de España como Estado soberano dentro de la Unión Europea. Las instituciones básicas de nuestra democracia deben ser respetadas y acatadas en tanto y cuando conformen la estructura político institucional. Debe, la enseñanza básica, procurar este respeto institucional a todos los españoles y españolas como parte de su educación humana y cívica. Sin menoscabo de la libertad de expresión y manifestación, como consustanciales a un sistema democrático, una sociedad madura tiene el derecho y la obligación de proteger y respetar a las instituciones y a quienes las representan.
Este reforzamiento del Estado lo debe ser especialmente en las cuestiones relacionadas con la protección de la salud; la enseñanza básica y profesional; la seguridad y el bienestar social y la política exterior.
Si algo ha puesto de manifiesto la crisis sanitaria es la debilidad del Estado para hacer frente a situaciones que requieran de su concurso único, además de por razones políticas por falta de medios técnicos y administrativos. La utilización descontrolada de las transferencias de competencias como mercancía para la compra de apoyos políticos, ha desarbolado la Administración General del Estado y no tanto por falta de funcionarios sino por falta de funciones.
No debe ser incompatible todo lo anterior con el Estado Autonómico establecido por la Constitución de 1978. Como segundo gran objetivo: situar a los nacionalismos internos en el lugar institucional y político que les corresponde, de manera democrática, mediante la reforma de nuestra Ley electoral.
La actual cuota de representación (en realidad de sobre representación) de los partidos de ámbito autonómico y/o local en las Cortes Generales, constituye el hecho político más antidemocrático de la España contemporánea.
Tenemos un futuro excesivamente complejo, caro y de gran inestabilidad si continuamos favoreciendo el ser una no nación de naciones con un Estado maniatado por unos entes territoriales, con competencias exclusivas en todas las políticas públicas, insolidarios con el Estado del que forman parte y entre ellos mismos. Desde el Cinca Medio, el Somontano, La Litera… es decir, desde nuestro entorno geopolítico más próximo, hemos sido solidarios al no producir tensiones territoriales ni opciones supremacistas de naturaleza alguna. Algún derecho nos dará ello para reclamar lo que reclamamos. Y por último, promover desde España la promulgación de una nueva Constitución Europea mediante la convocatoria de unas elecciones constituyentes al Parlamento Europeo.
La no ratificación del Tratado de octubre de 2004 para la Constitución Europea (por parte de Holanda y Francia especialmente) provocó una crisis de identidad en Europa que se ha ido agravando día a día hasta hoy. Sin Constitución no hay Europa y no puede ser propuesta desde arriba por los Jefes de Estado y de Gobierno, han de ser los partidos políticos mandatados por la sociedad europea los que la promulguen.
Tres pueden parecer pocos los objetivos, pero ojala los partidos políticos los alcancen. La Sociedad Civil se lo agradecería con su apoyo y respeto. Falta les hace.