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martes, 21 enero, 2025

Ariéstolas, la cuna del maíz y sus derivados

La factoría ubicada en el término municipal de Almunia de San Juan y dirigida por la familia Mariné ha realizado durante los últimos cinco años una inversión económica en torno a los 15 millones de euros. Comenzaron con las palomitas en los años noventa hasta producir en la actualidad la mitad del consumo de nuestro país. Entre Liven Agro y Quality Corn dan trabajo a sesenta personas, además de la numerosa red de agricultores vinculados a ellos de forma indirecta. Un imperio que comenzó en la década de los sesenta del siglo pasado cuando un jovencísimo Agustín Mariné adquirió una finca agrícola entre Cofita y Monzón. Ahora sus hijos Agustín y María continúan con un negocio que ha multiplicado su potencial.

Rodeado de campos de cultivo, muy cerca de la carretera que comunica la población de Fonz con la Autovía Huesca-Lérida, se erige la planta de Liven Agro en Ariéstolas, una empresa dedicada a la selección y almacenamiento de granos de maíz. Desde 2015 también entró en funcionamiento Quality Corn, que dispone de un molino con tecnología de última generación para procesar maíz y sus derivados. En sus silos pueden almacenar aproximadamente 100.000 toneladas y cuenta con tres secaderos con una capacidad de 200 toneladas la hora.

Para llegar hasta aquí, encontramos un camino de más de cincuenta años y una historia que comienza con la desamortización de Mendizabal en el siglo XIX. Las fincas donde ahora está situada la empresa de los Mariné salieron a la venta y fueron adquiridas por una familia de Huesca, los Gassos, y una de Naval, los Espluga. Durante más de un siglo gestionaron las alrededor de mil hectáreas situadas entre Cofita, Monzón y Almunia de San Juan. “En 1968 compré unas 250 hectáreas que pertenecían a los Gassos. El resto se dividió entre cinco herederos y fuimos adquiriendo el terreno en porciones, hasta completar el puzle en 1990 aproximadamente”, explica Agustín Mariné.

No fue casualidad que acabaran en Ariéstolas, antes estuvieron mirando diferentes fincas en otros lugares, desde Gerona, Lérida o la propia provincia de Huesca. Los orígenes agrícolas de Agustín le hicieron lanzarse a comprar este terreno cuando terminó sus estudios de Ciencias Físicas y Filosofía (en Alemania). “No teníamos vinculación con el Cinca Medio, pero vimos una buena oportunidad a una distancia asequible de Barcelona. Nuestra familia había tenido tierras alrededor de la ciudad condal. Con el paso del tiempo los terrenos de cultivo fueron desapareciendo engullidos por los nuevos barrios emergentes. Con el dinero obtenido con las ventas y expropiaciones, los propietarios de los terrenos compraron fincas en otros lugares”.

La primera decisión que tomó Agustín fue la de instaurar en Ariéstolas una agricultura de subsistencia y autosuficiencia. Contrataron personal para trabajar en las fincas y adquirieron unas dos mil ovejas, su presencia garantizaba la rotación de cultivos y la fertilidad del suelo. “Buscábamos el equilibrio”. El patriarca de la familia compaginaba los trabajos agrícolas con la gestión de su patrimonio en Barcelona y con su formación académica, la cual nunca ha abandonado. Sus contactos internacionales le llevaron a entablar amistad con varios miembros del Instituto Nacional de Investigación Agronómica en Francia. Allí se integró en un equipo de trabajo del que formó parte desde 1973 hasta el año 2000. Aprovechó sus constantes viajes a París para estudiar genética y participar en diversos proyectos internacionales. “A raíz de un programa europeo llamado Eclaire, encargado de evaluar la calidad de los productos, se dio a conocer que España era un referente. Para mi este estudio fue un toque de atención. Teníamos una materia prima que nos permitía ser competitivos en el mercado y no podíamos dejar pasar la oportunidad”.

El punto de inflexión llegó a finales de los ochenta cuando una empresa situada en Berga les propuso entrar a formar parte del mercado de las palomitas. El primer experimento funcionó muy bien, consiguieron un resultado fantástico en cuanto a ventas. En la actualidad exportan el 70% de lo que producen y con el 30% restante cubren la mitad del consumo en España. Con esta decisión los Mariné buscaron un producto que pudiera dar una rentabilidad al agricultor para mejorar sus condiciones. “Actualmente producimos veinte mil toneladas al año gracias a una red de alrededor de 300 colaboradores que cultivan el maíz para nosotros. Compramos la semilla en Estados Unidos o Francia y se las proporcionamos a los agricultores sin cargo. En total se cultivan cerca de 9.000 hectáreas, la mayoría de ellas en la provincia de Huesca. Ese grano se almacena en 74 silos perfectamente acondicionados. Una parte de ese cultivo va a la fábrica de palomitas de Berga, otro lo utiliza Quality Corn para la producción de harinas, sémolas finas… y el resto se vende a terceros”.

La puesta en marcha de Quality Corn integrada en el grupo Liven, supuso en 2015 una inversión de 5,6 millones de euros destinados a la construcción de un molino de maíz. La idea ya llevaba tiempo en la cabeza de Agustín hijo, actual director general de la empresa, cargo que ostenta tras formarse como ingeniero agrónomo en Bélgica. Por su parte, su hermana María es la encargada de dirigir el departamento de Finanzas. Ambos han dado continuidad a un proyecto empresarial familiar donde Agustín padre ha pasado a un segundo plano. “Me he hecho mayor y poco a poco me he ido apartando. Me gusta seguir viniendo por la fábrica, pero con tanta tecnología… ya no sabría ni cómo utilizarla.”, resalta.

Respecto al futuro de la agricultura, tiene muy claro que pasa por tecnificar las fincas y lograr trabajar terrenos más extensos con menos personal. “Soy optimista, la agricultura en nuestro país no ha parado de mejorar. Hace medio siglo todavía importábamos comida y nuestro balance comercial agrario era negativo. Ahora hemos revertido esa situación. Uno de los puntos a mejorar está en las universidades españolas, es necesario que den un salto importante y consigan situarse en la cúspide del conocimiento científico”.

La familia Mariné y el grupo Liven Agro cuentan con el reconocimiento empresarial de su sector, pero también en la comarca del Cinca Medio han ensalzado su trayectoria (en 2015 fueron galardonados en los premios Joaquín Costa en el ámbito agropecuario). Lo que comenzó con la adquisición de una finca de algo más de 200 hectáreas ha pasado a convertirse medio siglo después en un referente europeo en la transformación del maíz para el consumo humano.

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